La historia descubrirá al mentiroso. 

Salvador Allende

Los crímenes de Augusto Pinochet fueron inexcusables. La Comisión Valech 2, creada por el obispo Sergio Valech, señaló que 3,065 personas fueron asesinadas o desaparecieron en el golpe del 11 de septiembre de 1973 y durante los años de dictadura. Hubo 40,018 víctimas de todo tipo. A los asesinatos y desapariciones hay que sumar los encarcelamientos injustos, las torturas, las violaciones y los robos de infantes. Chile vivió un régimen de terror. A Pinochet hay que recordarlo como un dictador que cometió crímenes de lesa humanidad.

Esto no significa que el presidente Salvador Allende, derrocado por Pinochet hoy hace 50 años, haya sido un “apóstol de la democracia” como declaró el presidente López Obrador este 7 de septiembre: “Considero al presidente Allende uno de los dirigentes más importantes y sin duda el líder extranjero con más vocación democrática que ha existido”. Solo la ignorancia histórica puede avalar esta afirmación.

Nos han querido presentar a Allende, médico de profesión, como un hombre de buen corazón y buenas intenciones. Se decía socialista y marxista, pero algunas de sus ideas eran cercanas al nacionalsocialismo. En su tesis de 1933, Higiene mental y delincuencia, escribió: “Los hebreos se caracterizan por determinadas formas de delito: estafa, falsedad, calumnia y sobre todo la usura. Estos datos hacen sospechar que la raza influye sobre la delincuencia”. Propuso la esterilización forzosa de “los alienados”.

Allende contendió cuatro veces por la presidencia de Chile. Finalmente, en 1970, como candidato de la Unidad Popular, que incluía a su Partido Socialista, al Partido Comunista y a otras organizaciones, obtuvo mayoría simple con 36.63 % de la votación. Jorge Alessandri del Partido Nacional recibió 35.29 y el democratacristiano Radomiro Tomic 28.08.

Según las leyes chilenas, el Congreso debía escoger entre los dos primeros. Para apoyar a Allende, los líderes democratacristianos le pidieron que firmara un Estatuto de Garantías Democráticas en el que se comprometía a respetar los derechos constitucionales. Allende lo hizo y obtuvo así, el 24 de octubre de 1970, los votos democratacristianos para convertirse en presidente.

Allende no respetó su promesa ni fue un buen gobernante. Bajo la influencia de su ministro Pedro Vuskovic, economista de la Cepal, lanzó un programa de estatización de empresas, nacionalización de minas de cobre, aceleración de la reforma agraria, congelación de precios y aumento de salarios por decreto. No solo se negó a indemnizar a los dueños de las minas, sino que les exigió dinero por haber operado en el país. Decretó que ninguna empresa podría tener una utilidad superior al 10%. Promovió invasiones de granjas y empresas, algunas violentas.

En un principio el programa pareció tener éxito. La economía, que creció 1.9% en 1970, se expandió 9.4% en 1971 con una inflación de 35%. El déficit de presupuesto pasó de 1.4% del PIB en 1970 a 8.1 en 1971 y a 23% en 1973. El desplome vino después. La inflación alcanzó 170% en 1972 y 606% en 1973. La economía se contrajo 1.2% en 1972 y 5.6% en 1973 con una brutal escasez de productos. Allende provocó una hambruna en un país antes próspero.

El 22 de agosto de 1973 el Congreso emitió un acuerdo en el que condenó “el grave quebrantamiento del orden constitucional y legal de la república”. Este acuerdo no justifica el golpe ni mucho menos los crímenes de la dictadura. Pero la verdad es que Allende, lejos de ser un apóstol de la democracia, fue un autócrata que destruyó la economía y la democracia de Chile. 

Faraónico

En este gobierno de la 4T lo primero no son los pobres, sino las fuerzas armadas, Pemex y las obras faraónicas del presidente. El proyecto de presupuesto para el 2024 lo comprueba. 

www.sergiosarmiento.com

Gsz

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