Castigar al ahorrador es una mala idea, una que puede propiciar en México la fuga de capitales y el debilitamiento del sistema bancario nacional.
Como ya se habrán enterado, estimados lectores, en la nueva Ley de Ingresos se contempla que Hacienda incremente la retención a los ahorros ¡DIEZ veces para el siguiente año! Del 0.15 % que es hoy al 1.48 % en el 2024.
La propuesta castiga al ahorrador y al concepto del ahorro mismo en general, el cual siempre debe ESTIMULARSE y no al contrario: la formación de capital para impulsar la inversión siempre es y será algo positivo en una economía nacional.
Esta medida que el Gobierno federal ha propuesto al Congreso tiene un claro fin recaudatorio, para subsanar el enorme déficit que contempla el Presupuesto federal 2024, el cual prevé la entrega de carretadas de dinero público a programas asistenciales, a la Sedena y a obras (caprichos, más bien) como Dos Bocas, el Trenecito, el AIFA, la nueva Aerolínea del Ejército, las transferencias a la quebrada PEMEX y demás ocurrencias sexenales que sacudirán las faldas de su sucesora, sea Madame C o Madame X.
Esto sin menosprecio de la DEUDONA que pretenden contratar los que se creen amos de México, que más o menos equivale al DOBLE de lo que costeó el programa del Presidente Zedillo, llamado Fobaproa, que tanto critica y repudia el Emperador Lopezuma.
La deuda que contratará este Gobierno para poder gastar lo que no tiene es en términos absolutos enorme: 1.9 billones de pesos, lo cual dispara nuestra deuda nacional muy por encima de lo que hicieron los antecesores del Señor de Macuspana, de quienes tanto se burla y a quienes tanto agrede.
¡Y eso que él ha salido MUCHO PEOR!
Entonces, hacer recaer en el ahorrador el peso de los onerosísimos horrores de este Gobierno en materia presupuestal no sólo es injusto, sino contraproducente.
Ya de por sí cargamos con un máximo Impuesto Sobre la Renta (ISR) del 35 % que golpea las ganancias de capital de los mexicanos como para que también se le AGREGUE el que un Gobierno DESPILFARRADOR y autoritario se lleve la “TAJADA DEL LEÓN” de los RÉDITOS que obtienen sus ciudadanos por gastar menos de lo que ganan, y poner ese dinero a trabajar en el banco, ABONANDO -vía los empréstitos que realiza el banco- la cosecha de productividad de nuestra economía, merced los nuevos negocios creados o la expansión de los existentes.
Ello generando negocio, EMPLEOS y el crecimiento de nuestra economía con la inversión productiva del ahorro.
Con impuestos tan elevados -y descabellados- METE LAS MANOS el Gobierno en las BOLSAS de los ciudadanos para sacarles su dinero y con éste subsanar su incompetencia, derroches y, sí, corrupción, como la de Segalmex.
Está demostrado que en un sistema económico abierto y competitivo el dinero GENERA MÁS BIENESTAR en manos de particulares que en las del Gobierno. Así que quedarse con una mayor tajada de los réditos que generan los ahorros conduce a la ineficiencia y a la incompetitividad de nuestra economía.
La pretensión de incrementar de manera tan brutal -DIEZ VECES LA TASA- luce descabellada, desesperada, y sólo indica la urgencia del Gobierno para hacerse de dinero de donde pueda -aunque ello dañe nuestra economía y la buena marcha del País-, haciendo RECAER una vez más sobre los vencidos hombros de los ciudadanos laboriosos mexicanos la CONFISCACIÓN de sus ahorros, ya que a eso equivale el aplicar un castigo tan grande a la obtención de réditos.
Cobrar impuestos a los ahorradores es algo que en las economías del PRIMER MUNDO simplemente no se da porque se considera nocivo que el Gobierno ATAQUE tan ferozmente al ahorro, lo cual equivale a DESINCENTIVARLO.
Desde el punto de vista de la Banca, igualmente, habrá una disminución en la cantidad de dinero disponible para financiar el crecimiento económico.
Entonces, por ningún lado se le miran los beneficios a esta medida, que convierte en un ABSOLUTO EMBUSTE, una vil mentira, esa promesa de que no se crearán nuevos impuestos, o que no se incrementarán los impuestos.
Aparte de confirmar que a los políticos no se les puede creer nada, también certifica que no hay para ellos mayor placer que el GASTAR el dinero ajeno.
HLL