Este maravilloso País está metido en un callejón que parece no tener salida. Las historias de países y regiones prósperas que tienen un enorme bienestar, siempre tuvieron como común denominador, que caminaron juntos hacia una visión común de País y con una potente cultura de respeto a las leyes que acordaron. Allí están los países nórdicos, Suiza, Singapur, Costa Rica, Uruguay y muchos más. México no ha podido llegar a ese puerto, porque por décadas, los gobiernos priistas olvidaron su ideología revolucionaria para saquear el patrimonio público, los panistas indolentes ante las mayorías pobres tuvieron gobiernos frívolos y los morenistas, hijos del PRI, hicieron un gobierno populista y con una filosofía de “abrazos no balazos”. Así, imposible.
La economía nacional y cantidad de territorios están controlados por el crimen organizado. Este sistema tendrá todavía un sexenio morenista y quizá otro más, con esta misma realidad, tolerando y minimizando. Todos sufrimos a diario la violación de las leyes en una comunidad que desde que nacen las criaturas se les enseña a poner la mano para recibir dádivas, pensar que “quien no transa, no avanza” e incluso a pensar que reclutarse en el crimen les dará la felicidad material. Por eso, cuando los datos “duros” nos reflejan el tamaño del problema, es que no es fácil ver la luz al final de, túnel. Para quienes dimos la vida en las comunidades más pobres, vemos cómo el crecimiento de la pobreza es cada vez mayor como lo documentan INEGI y CONEVAL y las muertes violentas siguen creciendo.
Leí la investigación publicada por la prestigiada revista ‘Science’ y que calcula que el crimen organizado cuenta con 175.000 integrantes (rango estadístico), más que empresas como Oxxo o Pemex. Esto supone que al comparar con Manpower, Femsa (Coca-Cola), América Móvil y otras, el crimen organizado es el quinto empleador de México. Me encantó este artículo científico (día por 30 años materias relacionadas con modelación sistémica) y armaron un potente modelo matemático que explica el efecto final que son las muertes, que a este sexenio lo harán el más sangriento de la historia. El joven investigador del estudio ha llegado a ese Hub con una formación académica impresionante, pero el Presidente AMLO, fiel a su estilo, descalificó este excelente estudio.
En la modelación se incluyen variables explicativas y encuentran que una de ellas, es el reclutamiento, digamos que el “input” de esta rentable industria. El artículo desde luego no tiene el alcance de explicar la rentabilidad del negocio (hay otros artículos que ya lo han hecho). Lo que concluye el artículo es que la única forma de reducir el poder, es evitar el reclutamiento de nuevos miembros. La tasa que calcula el modelo, es que los grupos criminales enrolan a 350 personas a sus filas cada semana. El estudio es del Complexity Science Hub de Viena y considero que es una de las aproximaciones más ambiciosas al difícil reto de cuantificar en números el poder que los grupos criminales tienen en México; concluye que ni a través de usar la fuerza militar, ni de tribunales, ni a través de las cárceles, es como se logrará reducir la violencia.
Los investigadores han combinado los datos de asesinatos, desapariciones, encarcelamientos y abandonos de las organizaciones criminales entre los años 2012 y 2022 para llegar a esa conclusión. Esto es, que son tan atractivos los “sueldos”, que el tamaño de estas organizaciones es mayor que hace 10 años. El estudio parte de que los cárteles también están perdiendo muchos miembros por la violencia. Los datos obtenidos allí, reflejan que, en un periodo de 10 años, el 17 % de las personas reclutadas han muerto. De acuerdo al modelo, por tanto, una estrategia preventiva tiene mucho más éxito que una estrategia reactiva tradicional. El modelo no alcanza a definir las tasas de crecimiento de los “reclutamientos forzosos”, aquellos se hacen por medio de acciones violentas como las de Lagos de Moreno y Zacatecas (lo más dolorosos para las familias de los desaparecidos) y los “voluntarios”, por medio de call centers, antros y agencias de reclutamiento. La sociedad y las familias no podemos inhibir lo primero, sino solo, reducir la probabilidad al vigilar amistades, horarios y lugares de salida de nuestros hijos. Lo segundo, solo se ataca con educación en el seno de la familia y con redes formativas en los centros para formar un proyecto de vida que asegure que los menores puedan tener la ilusión de un trabajo honrado que les abrace a la vida y no a la industria de la muerte.
Gsz