Y sigue la mata dando.

El miércoles pasado, en la biblioteca presidencial Ronald Reagan de Simi Valley, California, se enfrentaron en un debate los siete candidatos republicanos a la presidencia de Estados Unidos. Fue un encuentro curioso, como lo fue el primero también: después de todo, Donald Trump, que encabeza las encuestas por decenas de puntos, optó por ausentarse otra vez.

Eso dejó a los siete aspirantes en el escenario a enfrascarse en una discusión en busca del segundo lugar cuando lo único que cuenta es el primero.

Aun así, el debate fue útil para conocer más claramente las posiciones de las figuras republicanas más importantes en temas que rara vez se escuchan en una primaria del partido. Ilia Calderón, colega de Univisión Noticias, participó como moderadora, y puso sobre la mesa asuntos centrales para la comunidad hispana: economía, migración, violencia con armas de fuego, el futuro de los jóvenes conocidos como “Soñadores” (beneficiarios del programa de protección migratoria, DACA) y, de manera crucial, la relación con México.

Gracias a las preguntas de Calderón quedó claro que los candidatos republicanos no tienen interés en hablar de soluciones reales para los millones de inmigrantes indocumentados que viven en Estados Unidos y sostienen una larga lista de industrias de diversa índole.

Tampoco tienen interés de discutir el sistema de asilo que, maltrecho, ha condenado a un limbo riesgoso a miles de personas que deambulan por ciudades como Nueva York y Filadelfia. Lo único que importa a los candidatos republicanos es hablar de estrategias punitivas. Primero la seguridad fronteriza, después la seguridad fronteriza y al final… la seguridad fronteriza.

Algo parecido ocurre con México.

Calderón le preguntó a Nikki Haley, embajadora estadounidense en Naciones Unidas durante la presidencia de Trump, si compartía la idea de atacar a las organizaciones criminales mexicanas usando las fuerzas armadas de Estados Unidos. Calderón le pidió a Haley que fuera específica. “¿Qué quiere decir para usted? ¿Botas estadounidenses en suelo mexicano, ataques con drones?” Haley, que es una de las figuras más moderadas entre los republicanos, no titubeó. “Quiere decir operaciones especiales. Así es como lidiamos con terroristas”, respondió. “México no ha sido un buen socio si le está permitiendo a los cárteles salirse con la suya”. Haley procedió a describir las “operaciones especiales”. Dijo que, de ser presidenta, lanzaría operativos para “eliminar a los cárteles y sus operaciones”.

En suma, Haley respondió a la incisiva pregunta de Calderón en el mismo tono ominoso que han usado otros candidatos republicanos en los últimos meses. Ella, como sus colegas, consideraría seriamente poner efectivos de las fuerzas armadas estadounidenses para operar en México, aunque fuera de manera unilateral.

Esto no es nuevo.

Ya lo habían insinuado otros aspirantes republicanos y, más importante aún, el propio Donald Trump y personas del que fuera su círculo cercano en la Casa Blanca, como su secretario de Estado, Mike Pompeo. De hecho, no es ninguna exageración decir que, a estas alturas, atacar México para, de alguna manera, erosionar el poder del narcotráfico, es ya un proyecto consensuado, al menos en el partido que muy probablemente elegirá a Trump como su candidato.

Pero las palabras de Haley subrayan una vez más que la relación bilateral está entrando a terrenos peligrosos. No se trata de una situación hipotética, ni mucho menos de una mera provocación electorera. Lo hemos dicho antes: descartar así este tipo de discurso es irresponsable. Por eso, quizá vale la pena una reflexión seria. ¿Qué pasaría realmente si, digamos, en febrero del 2025, el presidente Trump aprueba una “operación especial” en la que equipos armados estadounidenses aparecen en Michoacán o Sinaloa? ¿Qué tal Guanajuato o Chiapas? ¿Cómo reaccionaría la presidenta Sheinbaum —o Gálvez? Y quizá más importante todavía: ¿qué dirían los mexicanos que viven bajo el yugo del crimen organizado en esos lugares? ¿Reaccionarían con repudio ante la inadmisible irrupción? ¿O habría quien agradeciera la aparición de la mano dura extranjera? La discusión no admite demora, ni chovinismo. La amenaza es real, pero también lo es la enorme crueldad del crimen en México y el dolor de la gente desamparada.

¿Cuándo lo van a debatir, con seriedad, las candidatas a la Presidencia? El reloj está corriendo.

Leave a comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *