Se incendió nuestra antigua estación de ferrocarril y pasó tan desapercibido el hecho, por la población, el accidente, como lo estuvo en las últimas décadas su abandono. Para atraer visitantes, León requiere complementos para el turismo de reuniones; nos faltan el Museo de María Grever o el Museo Militar o el Museo del Transporte y algunos “museos de sitio”, como el que inauguraremos el próximo 4 de noviembre en Santa Rosa: la hermosa hacienda Santa Rosa del siglo XVII y a donde llegaron, vía ferrocarril, mil 600 refugiados polacos en días como hoy, pero de 1943.
De acuerdo con el Archivo Histórico Municipal de León, el tren inició operaciones en el año de 1882 y tuvo un impacto enorme en la sociedad leonesa ya que, con el paso de los años, la ciudad comenzó a hacerse más próspera gracias a lo que fue considerado el transporte de la modernidad. Movía carga y pasajeros y fue la entrada y salida de historias. Antes, en 1880, el Gobierno mexicano otorgó a la Compañía Bostoniana del Ferrocarril Central Mexicano, la concesión para construir una línea férrea entre México y Paso del Norte (hoy Ciudad Juárez) en 1882 y el tramo México-León se concluyó el 31 de diciembre de 1882, terminándose toda la línea en marzo de 1884, hasta que en 1995, salieron las últimas corridas del tren de pasajeros hacia Ciudad Juárez, dejando estáticos los letreros y pizarrones de salidas que todavía hace poco podíamos encontrar.
Más de tres décadas tengo de ser leonés y veo cómo perdemos el poco patrimonio que nos queda. Fueron sitios arqueológicos, edificaciones, documentos, reliquias, que no representan solo nostalgias, sino activos necesarios para la cultura turística y los visitantes. Por eso, me duele no solo el abandono de años, sino la irreparable pérdida de la antigua estación de ferrocarril. El Barrio de San Miguel contaba con ese lugar en el que permanecía detenido el tiempo, con una historia que forma parte del siglo XIX y gran parte del XX. Por eso, las ideas que aquí había expuesto, de rescatarla y de convertirla en un atractivo cultural y turístico, en ese espacio del inicio de la calle Independencia, que en su abandono padeció, igual que cantidad de sitios históricos, el saqueo y nuestra indiferencia.
Fue a principios del siglo XX que las tropas de Francisco Villa arribaron a la ciudad para también ser escenario de escaramuzas de guerra y de movimiento de tropas en la revolución. En julio y noviembre de 1943, aquí fue la fiesta organizada por la comunidad leonesa para la llegada de los mil 600 refugiados polacos que huían de la Segunda Guerra Mundial. Aquí, teníamos programada la salida el próximo 4 de noviembre, que se cumplen 80 años de la llegada de los refugiados polacos, de una carrera atlética con estudiantes e internos de Ciudad del Niño Don Bosco.
La propuesta que su servidor hacía, era que el Municipio adquiriera el predio que divide el Monumento a Juárez y la estación, para así, hacer visible su estación de ferrocarril, como lo han hecho las ciudades de Aguascalientes, Puebla y la Ciudad de México. Pero no nos dio la imaginación ni el aprecio al pasado y se hizo cenizas. Pasaron por allí, oleadas de población indígena en los años 90 que se quedaron a vivir en León y migrantes centroamericanos que por temporadas pasan. También, fue hogar temporal por décadas de paisanos pobres que en las inmediaciones se guarecían.
Pero la privatización de los ferrocarriles en México, ha tenido, entre otras consecuencias, la relativización del patrimonio histórico y cuando son empresas privadas, como Ferromex, no le dan valor a ese activo que fue la estación. Con el incendio, León pierde otro de sus patrimonios y menos oportunidades tendremos de recrear el pasado, perdiendo a veces la memoria.
Amo a esta ciudad y veo con dolor cómo perdemos el patrimonio histórico. Antiguas casonas, bodegas del Barrio, restos de pirámides, se pulverizan y quedan solo registradas en fotos y en libros. Necesitaríamos patronatos empresariales y ciudadanos que atendamos los sitios frente a una INAH federal que no tiene ni capacidad ni recursos. La historia no solo es útil para recordarla, sino para ayudarnos a identificarnos y crear industrias turísticas que nos generen atractivos y, por tanto, empleos a esta ciudad que tanto queremos.
LALC