No puedes negociar la paz con alguien que viene a matarte. 

Golda Meir

En la madrugada de este 7 de octubre la organización islámica Hamas lanzó desde la franja de Gaza miles de proyectiles contra Israel y despachó a hombres armados a territorio israelí. Si bien se describió la operación como una “invasión”, no era en realidad tal. Los proyectiles estaban dirigidos en buena medida a objetivos civiles, mientras que los efectivos de tierra no tenían el propósito de ocupar territorio, sino de capturar a rehenes, incluyendo a mujeres y niños, para llevarlos a Gaza.

El ataque se llevó a cabo en Simjat Torá, la fiesta hebrea en la que se concluye la lectura anual de la Torá, y tuvo lugar un día después del 50º aniversario del inicio de la guerra de Yom Kipur. Los portavoces de Hamas afirmaron haber disparado 5 mil proyectiles, un número extraordinariamente alto. Los grupos armados que penetraron por tierra usaron excavadoras y camiones de manera coordinada para tirar las cercas en varios puntos de la frontera entre Gaza e Israel.

Los ataques sorprendieron a las fuerzas militares israelíes, pero no solo a ellas. Michael Stephens, un especialista británico afiliado al Foreign Policy Research Institute de Filadelfia, Estados Unidos, señalaba en X: “He trabajado en el conflicto israelí-palestino durante casi 20 años y, honestamente, no sé qué carajos está pasando. Estuve cuatro horas el jueves en la noche [5 de octubre] hablando acerca de la situación actual del conflicto, de la política interna palestina y particularmente de Hamás., pero este escenario nunca surgió”.

Quizá la razón es que Hamas no es un jugador político racional. Si bien tiene el control de la franja de Gaza, un pequeño territorio de población palestina al suroeste de Israel, no forma parte de la Autoridad Palestina, el gobierno del presidente Mahmud Abás, cuya Organización para la Liberación de Palestina es una institución secular que busca consolidar un estado nacional. Hamás, en cambio, es un grupo religioso, que busca la creación de un estado islámico. Por eso denominó su operación la Tormenta de al-Aqsa, por la mezquita de Jerusalén que dice ha sido mancillada.

Si sorprende el ataque de Hamas es porque no tiene sentido militar. Los líderes sabían que provocarían una respuesta feroz israelí y que las principales víctimas serían los gazatíes. Los hombres armados que ingresaron a Israel no tenían intención de tomar territorio. Sabían que era imposible. Se concentraron en secuestrar rehenes, muchos de ellos civiles. Fue más una incursión tribal que una invasión.

¿Quién sale ganando con estos ataques? Pese a que han surgido críticas por las fallas de inteligencia israelí, se beneficiarán sin duda el primer ministro Benjamin Netanyahu y el ala dura del gobierno israelí. Los ataques fortalecerán los intentos de Netanyahu por eliminar la independencia del poder judicial y por promover los asentamientos judíos en territorio palestino. Pueden también obligar a Arabia Saudita a cancelar la normalización de relaciones diplomáticas con Israel promovida por Estados Unidos que estaba a punto de aceptar. Por lo pronto, Arabia Saudita emitió un comunicado este 7 de octubre en el que exigía “un alto inmediato a la escalada de los dos lados” y pedía a la comunidad internacional su intervención para construir un proceso de paz que logre “una solución de dos estados” en la región.

Puede parecer paradójico que un ataque fundamentalista islámico haya buscado provocar una reacción violenta y fortalecer a un primer ministro de derecha en Israel. Pero los extremos se tocan y se ayudan. Hamás está interesado en elevar el nivel del odio, no en lograr una solución pacífica. 

Aburto

La decisión del tribunal colegiado es correcta. Mario Aburto, el asesino de Luis Donaldo Colosio, no debió haber sido juzgado en el fuero federal. En el fuero común de Baja California vigente, sin embargo, la pena máxima por homicidio era en 1994 de 30 años. Aburto la habrá compurgado el 23 de marzo de 2024. 

www.sergiosarmiento.com

Gsz

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