Hace un par de semanas Ecuador eligió a Daniel Noboa como el encargado de terminar el periodo presidencial de Guillermo Lasso. Para muchos una sorpresa, pues meses atrás apenas figuraba entre la pléyade de candidatos, incluida Luisa González, la del correísmo, para muchos la favorita para reemplazar al defenestrado Lasso. Dos adjetivos primordiales preceden al nombre de Noboa: joven empresario. 

Proveniente de la familia más rica de su país, cuya fortuna se amasó por décadas con el negocio del banano, a los 36 años dirige un conglomerado que suma más de cien empresas. Nacido en Miami, sin mayor experiencia política más allá de una curul en la Asamblea Unicameral desde 2021, protagonizó una brillante campaña que explotó al máximo las redes sociales. Su ascenso vertiginoso y victoria en segunda vuelta se cimentó en buena parte gracias al voto de los jóvenes, pues la frescura de un candidato que se muestra tocando la guitarra en vivo o jugando con sus bebés y su esposa, una conocida influencer de nutrición, o que lanzaba retos virales con pancartas de su imagen, sedujo a un grupo electoral alimentado informativamente por las redes y que por ley es obligado a votar en cada contienda presidencial. 

Muchos preguntarán, ¿por qué podría interesarnos Ecuador? Aún falta mucho tiempo para la elección presidencial de 2024, sin embargo, la salida al ruedo esta semana del gobernador de Nuevo León, Samuel García, de Movimiento Ciudadano (MC), podría darle a la contienda electoral mexicana un giro inesperado. 

Consideremos antes que el electorado en México está compuesto más de un 26 % por jóvenes que oscilan entre los 18 y los 29 años, y que la abstención de este grupo en la elección de 2018 fue mayor que entre otras capas de la población. Los más jóvenes, como se vio en el caso ecuatoriano y en el chileno con Boric, pueden inclinarse hacia candidatos que les sean más cercanos, sin fijarse tanto en el signo político. Noboa, al contrario de sus rivales, no confrontó directamente a su directa contendora, Luisa González, que partía desde el inicio de las campañas como la gran favorita. Con un discurso centrado en seguridad, trabajo y anticorrupción, se ubicó como la mejor opción a elegir entre dos polos enfrentados, el oficialismo y el correísmo. 

Al contrario de Ecuador, México carece de segunda vuelta, por lo cual un triunfo por mínima diferencia entre tres o cuatro candidatos fuertes es perfectamente legítimo y viable. A pesar de uno que otro exabrupto, García, al igual que Noboa, empleó a su favor las redes en su llegada a la gubernatura de Nuevo León, a su lado tiene también a una influencer que para muchos (entre los que me incluyo) es el cerebro tras su imagen. El aparato propagandístico de su estado lo presenta como la transformación apegada a lo más tradicional del capitalismo: trajo a Tesla a su estado, además de capear una de las peores crisis hídricas de la historia. Nuevo León bulle además por las empresas norteamericanas que se han asentado bajo el sex appeal del nearshoring.

En este punto muchos dirán que MC sólo dividirá el voto de la oposición y que tras su tardanza en nombrar candidato y su renuencia por apoyar al Frente PRIAN PeRDeré está la sombra del habitante de Palacio Nacional. Es posible. Pero también García podría ser una alternativa a Xóchitl Gálvez, una candidata demasiado independiente que no termina de cuajar dentro de la extraña mutación de partidos que la apoya.

Falta todavía mucho camino por andar, pero no debería sorprendernos si de aquí a unos meses la oposición pueda verse rebasada por MC, y termine cerrando filas tras el regiomontano. Entonces veríamos una contienda cerrada entre dos candidaturas diametralmente opuestas donde, de persistir las fisuras y el cansancio que empiezan a mostrar los oficialistas y de movilizarse el potencial de votación de los jóvenes, el resultado sería harto más inesperado de lo que muchos suponen.

Comentarios a mi correo electrónico: panquevadas@gmail.com

DAR

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