Los huracanes son brutales. En solo unas horas te pueden destrozar toda la vida. Llevo más de 30 años viviendo en Miami y he visto mi buena dosis de huracanes, incluyendo Andrew (1992). Y como reportero también me tocó cubrir los terribles huracanes Katrina en Nueva Orleans (2005) y María en Puerto Rico (2017). Aquí hay algunas lecciones que se pueden aplicar en Acapulco tras el paso del huracán Otis.
Lección 1: Lo que importa es la respuesta al huracán. La gente es muy sabia. No va a culpar al presidente o a su gobierno por la llegada de un huracán. Eso es culpa de la naturaleza, y no se puede evitar. Pero sí va a culpar, y por muchos años, a un gobierno que no sepa responder de una manera rápida, honesta, eficiente y organizada.
Lección 2: No trates de minimizar la tragedia, ni hagas comparaciones innecesarias. Cinco días después del huracán Otis, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, dijo esto sobre uno de los peores desastres naturales en la historia de México: “No nos fue tan mal.” Se refería a que las decenas de muertos o desaparecidos de Acapulco no se podían comparar con los que hubo con el huracán Katrina. Pero decir eso no le sirve de nada a los acapulqueños que perdieron a un familiar, ni a los cientos de miles de damnificados en Guerrero o a los que se quedaron sin casa y trabajo. Al presidente que tanto presume de su popularidad – lo volvió a hacer dos días después del huracán – le faltó sensibilidad para lidiar con una tragedia de enormes dimensiones. ¿Cómo se sentirá una persona que perdió a un familiar o un mexicano que ve el desastre por televisión cuando su presidente dice que “no nos fue tan mal”?
Lección 3: Es un error, y una pérdida de tiempo y energía, pelearse con los medios de comunicación. Después de una tragedia la realidad nos desborda. Y eso es precisamente lo que han comunicado los medios tradicionales y las redes sociales. Esto no es personal. En México no todo es sobre López Obrador. No se trata de que el presidente se vea mal sino de apuntar lo que falló y lo que se necesita. Ese es el trabajo periodístico. El país siempre va primero. Periodistas y no periodistas también quieren lo mejor para México. Es un desperdicio gastar energías en peleas que no llevan a nada o en aprovechar el momento para atacar a opositores políticos.
Lección 4: La falta de ayuda se nota. No puede ocultarse la falta de comida, de agua, de electricidad, de casa o de orden. Eso se ve. Y contrasta cuando el gobierno dice una cosa y la realidad otra. El entonces George W. Bush se tardó mucho en reaccionar y en enviar ayuda a Nueva Orleans tras el paso de Katrina. Fue uno de los grandes fracasos de su presidencia. Igual ocurrió con Donald Trump y el huracán María en Puerto Rico en 2018. La imagen de Trump tirando servilletas de papel a los damnificados refleja su total desconexión con Puerto Rico y con la tragedia.
Lección 5. Acepta toda la ayuda que puedas, venga de donde venga. Todavía se debate si en un gesto de autosuficiencia y nacionalismo mal entendido, el presidente Miguel de la Madrid negó la entrada de ayuda extranjera en los primeros días después del terremoto en la ciudad de México en 1985. Ahora en Acapulco, por poner un ejemplo, la organización World Central Kitchen y el chef José Andrés tienen mucha más experiencia recogiendo comida y distribuyéndola a los más necesitados que el ejército o la marina de México. Y si la gente y organizaciones privadas quieren ayudar, déjalos. No lo obstaculices. Apóyalos y busca maneras de cooperar.
Lección 6: No hagas política con la tragedia ni compliques las labores de rescate. Las imágenes importan. Son símbolos. Una de las imágenes más patéticas de la presidencia de Bush fue cuando lo captaron viendo la tragedia en Nueva Orleans desde la ventana de un avión. O cuando Trump se puso 10 de calificación tras su pésima respuesta al huracán en Puerto Rico. El reto para el gobierno mexicano es que la foto del presidente López Obrador atascado en un jeep en medio del lodo no se convierta en símbolo de su respuesta ante el desastre.
Lección 7: En la reconstrucción aprovecha para cambiar lo que estaba mal antes. Guerrero, y Acapulco particularmente, son muy peligrosos. Se puede aprovechar esta coyuntura para quitarle el control a los grupos criminales que se peleaban por el poder en el puerto. Reconstruir Acapulco significa, también, acabar con la violencia.
Lección 8: Que los errores no se repitan. Otis tomó a todos por sorpresa; se intensificó de tormenta tropical a huracán categoría 5 en solo unas horas. Esto es consecuencia del cambio climático. Y significa que Otis, lejos de ser una excepción, será la regla. No solo en México sino en todo el mundo. En retrospectiva, hasta el propio presidente sabe que su tuit tardío horas antes de la llegada de Otis no fue suficiente. Hay que mejorar los sistemas de alerta. Si llega otro huracán a México y el gobierno otra vez no avisa a tiempo, ya no habrá excusa que valga.
Lección 9: Hay eventos que cambian un país. Puede argumentarse que la manera en que los mexicanos se ayudaron unos a otros, sin el gobierno, tras el terremoto de 1985 fue una de las bases para la llegada de la democracia 15 años después. Lo mismo puede ocurrir con Acapulco. La devastación es tan grande que las elecciones presidenciales del 2024 pudieran depender, en parte, de la respuesta que dé el gobierno y el partido en el poder a la tragedia en Acapulco.
Lección 10: Nunca olvides que lo más importante es salvar a Acapulco y a sus habitantes.
RSV