El movimiento fugaz de las cosas que ahora nos rodean, sin entenderlas en plenitud, se han convertido en toda una meditación plena sobre el devenir. Pongo, por ejemplo, el aprovechamiento de la energía solar a través de celdas fotovoltaicas, es decir, la absorción de una partícula de luz para convertirla en energía eléctrica, ahora están cubriendo grandes extensiones terrestres superficiales que, en antaño, como mínimo, calentaban de forma natural al planeta. ¿Habrá, pues, alguna repercusión futura por falta del calor que recibía en pleno nuestro astro? ¿Las casas con sus techos cubiertos por paneles solares se volverán un poco más frías? ¿A falta del calor natural se afectarán áreas de la vegetación nativa o agrícola? Vamos, parece ser que buscamos un beneficio inmediato sin tomar las precauciones de conservar el equilibrio de lo vitalmente acostumbrado. Bastantes y palpables son ya los signos del deterioro ambiental permitidos y hasta provocados por nosotros, los habitantes del orbe. Nuestro irreflexivo crecimiento de especie ha provocado el morar en espacios montañosos de pendientes peligrosas e inadecuadas, desertificar zonas antes boscosas por talas irreverentes de árboles, escasear de forma arbitraria el agua de extracción somera, contaminar con vapores tóxicos las atmósferas de otro tiempo nítidas y frescas, etc.

Hasta hoy, lo que sabemos, es que el estilo de vida del ser “inteligente” se acerca peligrosamente a su autodestrucción.  Hablemos, por ejemplo, de la temperatura promedio de la tierra que va ascendiendo, del cambio incierto de las corrientes marinas, los deshielos, las mutaciones virales y otras cosas más que se deterioran el espacio vital en el mero frente a nuestros cinco sentidos. Lo que llamamos catástrofes, como lo fue el huracán Otis, decimo quinto ciclón tropical del océano Pacífico, pienso que debe aparecer bajo condiciones ambientales predecibles y echadas a la fragancia plena de un lado. Ahora séame permitido soltar una o más preguntas al viento: ¿cuántos cientos de exhalaciones del volcán Popocatépetl tendrán que pasar para aminorar con anticipo una posible erupción mayúscula? ¿Qué número de carros deberán estar con sus motores encendidos por el común y largo espacio de tiempo del embotellamiento diario sobre la avenida Insurgentes de la Ciudad de México? 

Comentarios a: femacswiney@hotmail.com. 

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