Este término mexicano, “por mis pistolas”, expresa al mexicano macho que, en la época del desorden mexicano del siglo XX, obligaba por el uso de la fuerza, a que su voluntad fuera la que se hiciera. El machismo no se ha erradicado todavía y en la manera de gobernar, tampoco. El presidencialismo nos ha hecho mucho mal como País. Gobernando sin contrapesos, el Presidente AMLO se sigue exhibiendo en el nombramiento y dedazo para los candidatos de su partido, como ahora en la Suprema Corte de Justicia. Nuestro Presidente sigue en su estilo de querer concentrar poder y toma de decisiones. AMLO, sigue atacando, ofendiendo, insultando, amenazando a quienes no piensan como él.

Insiste en su obsesión de querer controlar ya no al órgano electoral, cuando la Constitución le da esa facultad exclusiva al INE (Instituto Nacional Electoral) de organizar las elecciones, sino que ataca sistemáticamente a la Suprema Corte de Justicia, olvidando que él es Jefe del Estado mexicano, que gobierna para todos, sin recordar que, durante sus campañas electorales previas, él sufrió la injerencia de los presidentes en turno y ahora él repite los mismos errores que sus antecesores. El Presidente sigue utilizando recursos públicos y todo el poder del Estado mexicano, a favor de su partido, MORENA y en contra de sus opositores. Quizá es la condición humana, quizá es la manera de ser de AMLO, quizá sea su estrategia para desaparecer los contrapesos, el caso, es que el Presidente claramente ha tomado partido desde el poder público.

El INE es valorado desde su origen en el IFE, como una institución que garantiza resultados equitativos, justos, transparentes. El INE recibe las prerrogativas para los partidos políticos que constituyen la mayor parte de sus partidas y tiene, es cierto, un aparato burocrático enorme y el costo de la elección también lo es, pero todo es resultado de la desconfianza que nos llevó al “voto por voto y casilla por casilla”, precisamente la reivindicación que tuvimos desde la izquierda mexicana, para que conseguir mecanismos seguros para depositar nuestro voto, después del gran fraude de 1988, orquestado por Bartlett, el consentido de la 4T.

Esta semana, AMLO vuelve a exhibirse como un autócrata y gozando su nepotismo, plantea una terna de jueces con incondicionales y miembros de las familias que detentan el poder. Al igual que el PRI lo hizo por décadas, se formaron ya familias cuyos hermanos, primos, hijos, tíos, sobrinos, forman parte de la nómina del gobierno federal y obtienen contratos por adjudicación directa. Lo que tanto criticamos en los excesos del PRI y la modernidad del PAN, ahora lo vemos con MORENA. Sabemos que no podrá el Senado tener la mayoría calificada y así con ello, el Presidente AMLO tendrá que nombrar directamente a alguna de las tres abogadas que hoy cobran en su nómina. Y eso sería lo mejor, para dejar para la historia, que el Presidente ejerza es facultad de poner a un incondicional como Ministro de la Corte. ¿No había otros perfiles idóneos?

Ahora tendrá el Presidente a 4 Ministros “suyos” y con ello, aunque los otros 8 voten decisiones como la inconstitucionalidad en fallos, ya no podrán resolverse controversias y con ello, éstas ya no procederán como ahora. Las tres candidatas, aunque abogadas, no tienen, como lo expresan especialistas, la trayectoria en la Corte. Lo mismo que como muchos criticamos en el pasado, nombramientos hechos a incondicionales.

Si perdemos la independencia del INE y de la Suprema Corte de Justicia, permitimos la concentración del poder en un solo hombre, sin los contrapesos de los otros dos poderes (el legislativo y el judicial) y sin el peso de la opinión pública y de las organizaciones de la sociedad civil, México tendrá en los errores del Presidente AMLO, costos enormes, al perder el futuro.  Si seguimos concentrando el poder en un solo hombre y éste no convoca a todos los sectores, seremos frágiles para construir un mejor País; la historia de la humanidad ha demostrado que los proyectos de futuro han sido construidos por todos, y no por uno solo. Lo había prometido, lo había dicho en discursos. No usaría el poder presidencial contra sus adversarios y ahora, “por sus pistolas”, impondrá a un militante de su partido en la Corte.

 

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