Es muy interesante ver cómo cada vez, en nuestra ajetreada vida, nos cuesta trabajo estar, simplemente, estar, sin hacer nada…
Recuerdo a mi mamá, cuando éramos pequeños y estábamos viendo la tele, que nos decía: “Están ahí de flojos, ¡hagan algo! ¡Y nos ponía a doblar y aparear los calcetines! ¡Ja, ja! Es interesante, porque desde entonces es difícil que yo me ponga “solo” a ver la tele… ¡tengo que hacer algo más porque si no, siento que “pierdo el tiempo”! Y tengo que ser consciente que sí estoy haciendo algo: estoy viendo la televisión; porque si no, me pasa que me pierdo, a ratos, de ciertas partes.
¿De dónde nos viene este querer estar siempre haciendo algo? Y si se puede, hasta dos o tres cosas a la vez: desayunamos viendo el periódico u oyendo las noticias; manejamos escuchando un audiolibro, tomando el café y, a veces, hasta comiendo. Vamos al gimnasio o caminamos, con audífonos para escuchar algo o platicar por teléfono al mismo tiempo. Si vamos de vacaciones, buscamos tomar tours, visitar museos o hacer las actividades que nos sugieren en las propagandas, en Facebook o Instagram ¡Hasta para dormir ocupamos ver el celular, un buen libro o la televisión!
Como si creyéramos que es la forma de ser “más productivos”, cuando muchas veces, es exactamente lo contrario.
Estamos perdiendo nuestra capacidad de escuchar únicamente los ruidos de la naturaleza… de contemplarla detenidamente… de platicar de forma exclusiva con la persona con la que estamos… y hasta de estar simplemente con nosotros mismos… ¡ya no digamos con Dios!
¿Cuánto hace, estimado lector que no te acuestas en el pasto a ver pasar las nubes? ¿Cuánto tiempo ha pasado desde que estás en la playa, sencillamente, escuchando el reventar de las olas, viendo el atardecer, observando el oleaje? ¿Cuándo fue la última vez q estuviste en silencio más de 10 minutos? ¿Cuánto hace que no estás contigo mismo? ¿Y con Dios?
Existe hasta una disciplina llamada “mindfulness”, que busca desarrollar esta actitud de “atención plena”, es decir, estar totalmente conscientes de lo que estamos haciendo o diciendo.
Trata, estimad lector, únicamente de poner atención a tu respiración… abre tus ojos y tus oídos, siente la brisa en tu cuerpo… disfruta de estar vivo… goza el momento y del “dulce placer de no hacer nada”.
LALC