Una administración pública ejemplar puede ser aquella que sirve a su partido para presumirla. Como referencia histórica apuntaría a los gobiernos municipales de León encabezados por Carlos Medina y Eliseo Martínez, o el de Francisco Villarreal en Ciudad Juárez o Gabriel Hinojosa en Puebla.
La victoria en el año 2000 de Vicente Fox se cimentó en los buenos gobiernos municipales de manufactura panista. Gobernar bien las ciudades, parecía ser el destino del PAN. Se trataba de modernizar las administraciones, construir gobernanza integrando a la ciudadanía en la resolución de sus problemas, aceptando la crítica y actuando en consecuencia. Fueron un ejemplo, al que muchos millones de mexicanos aspiraban para regir su comunidad. Esta fue una de las razones por las que se votó copiosamente por el blanquiazul.
Sin embargo el caudal de nuevos funcionarios que requirió la Federación y las entidades que se empezaron a gobernar, así como la llegada de muchos arribistas y tránsfugas de otros partidos, poco a poco fueron minando los cuerpos profesionales en los municipios. El PAN de León, incluso, debió pagar el precio de su baja calidad de candidatos, al ser derrotado por el PRI en 2012. Sin embargo poco aprendió.
Ahora los invitamos a poner la atención sobre el caso de Guanajuato Capital, municipio que había sido gobernado por el PAN en 2006 y luego repitió en 2018. Una grave cuestión es la distorsión de la elección local, permitida por el Instituto Estatal Electoral (IEEG) al anunciar los comicios locales como una simple elección de presidentes municipales y no de ayuntamientos. El artículo 115 de la Constitución lo dice: “Cada Municipio será gobernado por un Ayuntamiento de elección popular directa”. Insistimos, no gobierna un alcalde sino un órgano colectivo y deliberativo: el Cabildo.
Este pequeño detalle nunca lo entendió el candidato panista de la capital a ocupar la posición de Presidente Municipal. Confundió un gobierno por concejo con una monarquía electiva. Esto se agravó aún más por el perfil del alcalde: tosco e ignorante. De esa forma se mezclaron los ingredientes necesarios para obtener un gobierno tirano, corrupto e incompetente.
Nunca se han entendido los riesgos asumidos con la designación de un personaje tan obscuro como Alejandro Navarro, por el propio gobernador y su séquito de asesores más cercanos, que otorgaron un respaldo incondicional al inepto edil, llegando al extremo de permitirle la reelección en 2021. Todos los elementos quedaron dispuestos para exhibir al peor gobierno de este siglo en Guanajuato Capital. Sus resultados son el desorden urbano, el abuso y la extracción de rentas desde la gestión del poder local.
Navarro en todo ha fracasado, menos en expoliar presupuestos aumentando milagrosamente su riqueza personal. Veamos algunas de sus fallas: el nuevo museo de momias, la lotificación familiar junto al Congreso del Estado (El arañazo), los cambios de uso de suelo en los linderos de La Bufa, el incendio del tiradero municipal y posterior contaminación de toda la ciudad, la opacidad de su administración, la violencia en contra de las mujeres miembros del ayuntamiento, el ataque a vías generales de telecomunicación cortando el internet, la confrontación con los representantes del gobierno federal, el intento de urbanización de la Sierra de Santa Rosa, la inviabilidad de construir en áreas de protección ecológica, la intención de heredar el cargo a su esposa y la construcción de un hospicio contrario a la política estatal de atención a la niñez, razón por la cual fue reprendido en público por el propio Diego Sinhue Rodríguez.
Hoy los damnificados de haberse aliado al singular personajes son el gobernador por actuar con lenidad; el jefe de gabinete que fue su padrino incondicional; el presidente del CDE del PAN sospechoso apoyador; los regidores y síndico oficialistas que apoyaron hasta la indignidad cuanta ocurrencia les fue sometida a votación; y finalmente el PAN del Estado de Guanajuato que ha edificado tozudamente el ejemplo más acabado de desgobierno, que seguramente será aprovechado por sus adversarios para advertir a los votantes sobre el prototipo de mal gobierno que el panismo es capaz de crear en nuestro estado.
El valor del voto consiste, sobre todo, en elegir entre la posibilidad de tener un buen o mal gobierno. Un estridente desgobierno asusta. Por ello perderán votos.