Esta obviedad, considero, es un punto de partida para reflexionar sobre la victoria de la ultraderecha en ese país sudamericano y si tiene algo de aprendizaje para nosotros. He viajado hasta esas latitudes y leo sobre ese país -tan hermoso como su Bariloche, las enormes pampas o su amplia amazonia- y más ahora, sobre el fenómeno político de la segunda vuelta y los antecedentes sobre la desgracia económica que ha sido dada por décadas. La Argentina fue el País que pasó de ser el más rico del mundo en el siglo pasado, a hoy tener una enorme crisis económica con altísima inflación, falta de divisas e incremento dramático de la cantidad de pobres.

La Argentina está ligada a México desde los ochentas -en que fuimos receptores de su exilio por la terrible dictadura militar-, hasta por la migración masiva de jugadores de futbol a nuestra también, pobre liga deportiva y por la que muchos crearon aquí familia y negocios. El peronismo, -ese movimiento político paralelo al Cardenismo nacional, después al priismo y ahora al morenismo-, fue llevando a la desgracia al País por décadas; primero (como en México el Cardenismo), logró el “desarrollo compartido” donde se dio el crecimiento económico y una mejor distribución de la riqueza, hasta llegar paulatinamente al deterioro, resultado del “estado benefactor” que todo quiere regalar al pueblo, de la mano del partido hegemónico que concentra el poder.

Los argentinos vivieron los tiempos de gloria de la centro izquierda con Perón y su esposa y décadas después, al iniciarse la crisis, probaron temporalmente a la centroderecha, que termina abruptamente con la crisis del 2001 en que sale por la puerta de atrás de la Rúa y deja venir pronto, la época de los Kirchner, Néstor y su esposa Cristina Fernández, en que se dieron políticas populares y populistas desde el peronismo ideológico y donde ésta primero como Presidenta y después como Vice presidenta, no quiso dejar el poder y agudizó la crisis del “Estado benefactor”.

Pero cuando la macroeconomía no funciona, se olvidan las ideas y el “pueblo bueno” castiga con su hambre en las urnas a los malos gobiernos. Y con esto me refiero a los gobiernos que gastas más de lo que ingresan y vacían las arcas nacionales; pues, cuando no se facilita la producción de riqueza, por más que el Estado benefactor la reparta, se provoca un “problema de caja”, con falta de flujo y se generan deudas impagables. Por eso, con la grave crisis, ganó este personaje disruptivo, de ultraderecha, que es Milei. Por eso, las generaciones jóvenes salieron a votar en el “balotaje” (segunda vuelta) para que llegara una figura anárquica que ofreció romper con el sistema político de décadas y creado por el Peronismo.

El economista Milei logró este 19 de noviembre una victoria contundente en las elecciones presidenciales, obteniendo el 55% de los votos y logrando un apoyo mayoritario en 20 de las 23 provincias del país y en la misma ciudad de Buenos Aires. Ese respaldo enorme por quien es catalogado como “libertario antisistema” refleja un cambio drástico en comparación con los resultados de la primera vuelta electoral, realizada el 22 de octubre, cuando Milei llegó en segundo lugar con un 30% de los votos, por detrás del 38% logrado por el aspirante oficialista, Sergio Massa, todavía ministro de Finanzas del actual gobierno y abanderado del Peronismo (digamos el PRI hoy mutado a MORENA).

Ganar 13 provincias e incrementar su apoyo en casi 26 puntos porcentuales, volteando la elección y con más del 70 % de participación de la ciudadanía, es algo impresionante, explicado solo por el hartazgo con el peronismo-sistema, unificando a la centroderecha. ¿Esto sería posible en México? Imposible; aunque aquí la tradición de centro izquierda es fuerte como en Argentina lo fue el Peronismo, la macroeconomía mexicana se encuentra estable y en estos 5 años, el Presidente AMLO y MORENA no han dinamitado los “fundamentales” económicos, permitiendo que la producción y el PIB se muevan poco, pero se muevan, aun contrayendo una enorme deuda para el 2024 año electoral. Aquí, todavía funcionan las clases medias que dinamizan el consumo; aquí, los aspiracionistas y emprendedores generan oportunidades; aquí, la inflación se mimetiza con la de Estados Unidos por el acuerdo de libre comercio; aquí, la ultraderecha y la derecha no han planteado una alternativa atractiva y aquí, tendremos con seguridad, 6 años más con MORENA en una segunda oportunidad para conciliar y reconciliar. Por eso, México, no es Argentina. 

 

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