Creo que hay que cuestionar y confrontar a Trump, por la democracia, por los derechos de los inmigrantes y, sencillamente, para hacer buen periodismo.
Tras las críticas a la entrevista con Donald Trump transmitida por Univision el pasado 9 de noviembre – que ponían en duda la independencia del departamento de noticias, y que crearon malestar y desconcierto dentro de la sala de redacción – es preciso poner distancia ante lo que salió al aire y explicar, como siempre lo he hecho, cuál es mi punto de vista.
Empiezo con lo más básico. Trump nunca me hubiera dado una entrevista. En 2015 el entonces candidato presidencial me expulsó con un guardaespaldas de una conferencia de prensa en Dubuque, Iowa, después de que intenté hacerle varias preguntas. “Lárgate a Univision”, me dijo. Yo había ido a Iowa para cuestionarlo sobre sus declaraciones en que calificó de “violadores”, criminales y traficantes de drogas a los inmigrantes mexicanos.
Lo que pocos saben es que, después de ese incidente, Trump me permitió regresar a la conferencia de prensa y hacerle varias preguntas durante más de 10 minutos. Lo confronté sobre sus intenciones de construir un muro en la frontera con México y deportar a millones de indocumentados. Le mencioné que muchos latinos lo despreciaban por sus declaraciones antiinmigrantes y que, contrario a lo que él creía, no ganaría el voto latino. (Y no lo ganó en el 2016 ni en el 2020.)
Nuestro trabajo como periodistas es cuestionar a los que tienen el poder. Para eso estamos los reporteros. Eso es lo que hice en Iowa y lo que he hecho con Trump desde que anunció su primera candidatura presidencial.
En junio del 2021, durante un evento público en Texas, le pregunté a Trump si finalmente iba a reconocer que había perdido la elección presidencial del año anterior. “Ganamos la elección”, me respondió falsamente. Eso es lo que se conoce como la “gran mentira”. Los datos oficiales de la elección del 3 de noviembre del 2020 indican que Trump perdió el voto electoral y el voto popular. Además, Trump perdió todas las demandas que interpuso en las cortes para retrasar o bloquear el triunfo legítimo de Joe Biden como presidente.
Trump ha sido un mal perdedor.
Trump tiene 91 cargos en su contra por distintos supuestos delitos, entre ellos el de conspirar contra el sistema democrático. En una grabación se escucha a Trump solicitar 11,780 votos al secretario de estado de Georgia, presuntamente para revertir el resultado de la elección. Y luego de un discurso el 6 de enero del 2021 – en que Trump le dijo a miles de sus seguidores que si “ustedes no luchan como en el infierno, se van a quedar sin país”- ocurrió una violenta insurrección en el capitolio.
Eso no es todo. Trump separó a miles de niños de sus familias, ha hecho comentarios ofensivos contra migrantes, demandó en el 2015 a la empresa donde trabajo y ha puesto en duda la capacidad de personas – como el juez Gonzalo Curiel – por el simple hecho de ser latino.
No podemos normalizar un comportamiento que amenaza a la democracia y a la comunidad hispana, ni ofrecerle a Trump un micrófono abierto para que difunda falsedades y sus teorías de conspiración. Hay que cuestionar y verificar todo lo que hace y dice.
Por eso es muy peligroso no confrontar a Trump. Y por eso es nuestra obligación moral enfrentarlo cada vez que existe una oportunidad periodística de hacerlo. Pero entiendo que no todos piensan igual y abro aquí el debate.
Estoy convencido que los periodistas tenemos dos grandes responsabilidades: una, reportar la realidad tal y como es, no como quisiéramos que fuera; y dos, cuestionar y exigir una rendición de cuentas a los que tienen el poder.
Por supuesto, no debemos ser partidistas y estamos obligados a darle espacios a todos los candidatos para las elecciones del 5 de noviembre del 2024. Pero, al mismo tiempo, no podemos renunciar a nuestra responsabilidad de hacer preguntas duras y precisas. Para eso es el periodismo.
Por ejemplo, hace poco escribí aquí una columna criticando a Joe Biden por romper su promesa de no construir ni un pie más de muro en la frontera con México durante su presidencia. Es decir, las críticas van para ambos lados.
La democracia es algo que se debe defender todos los días. Y para los periodistas la manera de hacerlo es preguntando. Aunque duela. Aunque incomode. El silencio casi nunca culmina en buen periodismo.
Por 39 años Univision me ha permitido reportar con absoluta independencia y libertad – e incluso escribir columnas como esta – y siempre voy a estar muy agradecido. Por eso me fui de México y me vine a Estados Unidos.
En esto creo y es lo que seguiré haciendo como un periodista libre, esté donde esté.