El sábado pasado se llevó a cabo la séptima edición de la carrera “Inclúyeme Contigo”, que es organizada por la Red de Instituciones a Favor de la Discapacidad (IFADI) encabezada por la doctora Irma Ruiz Orozco. Seguramente este evento habrá pasado desapercibido para la mayoría de los leoneses, pero para los protagonistas fue uno de los mejores días del año.
En el evento, personas que padecen alguna discapacidad física o mental, corren algunos kilómetros acompañados de sus madrinas o padrinos ante las porras y alientos de sus familiares, demostrándonos a todos su enorme valor dentro de nuestra sociedad, pero sobre todo intentando destruir las murallas que hemos construido y que los apartan de la inclusión a la que tienen todo el derecho dentro de nuestra comunidad.
En la carrera participaron principalmente niñas, niños y adolescentes con padecimientos como el autismo, síndrome de Down, parálisis cerebral, debilidad visual, discapacidad física, etc., pero también había adultos mayores en sillas de ruedas, o simplemente adultos con alguna limitación en sus capacidades intelectuales, pero todos agrupados alrededor de un reto, hacerse visibles ante una sociedad que está tan enajenada con el devenir diario, que no se toma el tiempo de hacer una pausa y voltear a verlos, y darse cuenta que son necesarios para proporcionar y fomentar la equidad, la comprensión, la solidaridad y el amor que necesita toda ciudadanía que se precie de ser incluyente.
Aprovechando que nuestra alcaldesa se encontraba fuera de la ciudad, solicité personalmente acudir en su representación al evento protocolario, pues me identifico plenamente con las causas de esta organización, ya que tengo la fortuna y el privilegio de ser padre de un joven con autismo, quien participó como corredor en la categoría de 1,500 metros a un lado de su padrino.
Nunca imaginé la vibra tan positiva que se sintió al estar en un evento en el que a todos los asistentes nos unió una causa en común, pero definitivamente nos falta muchísimo por hacer para llevar la igualdad y la equidad hacia todas las familias que tienen a una persona con alguna limitación. 
Simplemente no es correcto, no está bien que las familias que menos tienen, las más vulnerables, sean las que más sufran para apoyar a sus niñas, niños, adolescentes o adultos mayores que padecen una discapacidad. El Estado les está fallando y las y los líderes de esas familias son unos héroes.
Todos nosotros podemos dar más, pero a veces nos encerramos en nuestros problemas y en nuestro entorno y limitamos nuestra capacidad de apoyo, pero si supiéramos que en cada cabeza y en cada cuerpo de todas esas corredoras y corredores hay una gran capacidad para sentir y agradecer, si lo supiéramos seríamos una sociedad incluyente, pero todavía no lo somos.
La carrera por la inclusión no es una competencia, pues todos los participantes ya compiten a diario por abrirse paso en un mundo que los excluye, más bien debe ser un evento para lograr integrar a todas las personas en nuestra sociedad, dándole un lugar y un rol especial a cada una, pues todos somos una pieza del mismo rompecabezas.Cada persona con una discapacidad está ahí no para darnos preocupaciones, sino todo lo contrario, para darnos satisfacciones, pero sobre todo para convertirse en grandes maestros de la vida que nos enseñan a valorar los detalles que nos dan la verdadera felicidad. 
Un niño, una niña o un adolescente que como consecuencia de su discapacidad simplemente no tiene la capacidad de desarrollar ni desear el mal a nadie, es un verdadero privilegio y un tesoro, son unos campeones.
 

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