Siempre hemos dicho que es necesaria la competencia política como elemento esencial de refuerzo a las prácticas democráticas. Ello, ya que la competencia alienta la alternancia y la alternancia a su vez alimenta las mejores prácticas gubernamentales y políticas.

Obvio, el Tlatoani en turno no cree ni en la competencia ni en la alternancia ni en las mejores prácticas gubernamentales, por ello está en contra de la transparencia, queriendo eliminar el INAI, y por ello también pretende debilitar los organismos electorales como el INE y el Tribunal Electoral federal.

¡Seguramente va a realizar innumerables marrullerías en las elecciones del 2024 y no quiere rendir cuentas a nadie!
Vaya, no quiere rendir cuentas ¡punto!, de nada, mucho menos de las asignaciones de contratos por dedazo, violando las leyes de licitación y luego encubriendo todo el mugrero con el manto de “seguridad nacional”, sólo porque involucra a las Fuerzas Armadas en tareas que le tocan constitucionalmente a la burocracia federal y a las dependencias que se crearon para fines específicos, cuya función invade ahora el Ejército.

En este sentido, damos la bienvenida a la candidata del Frente opositor, Xóchitl Gálvez, quien final y contundentemente ayer se hizo presente en la batalla a favor de la defensa de nuestra democracia, acechada de manera perversa por el Cacique Macuspeño, quien pretende destruir todos los organismos autónomos que en las democracias existen para proteger los derechos ciudadanos.
Habíamos sentido un poco apagada a Doña Xóchitl, como distraída, ocupada quizá armando un equipo de campaña que pueda luchar contra la candidata del oficialismo, apoyada por el Estado y 23 Gobernadores afines.

La que tiene enfrente Doña Xóchitl no es una tarea fácil; lucha ella sola porque su “equipo” es un ensamble frankensteiniano de moros y cristianos que poco o nada ayudan.

Entonces, pelea ella a como puede contra un monstruo de mil cabezas que obedece la voz de un amo que viola la obligación de un Presidente de abstenerse de participar en temas electorales y de abiertamente pedir el voto para su partido, como acaba de hacer, demandando un Congreso retacado de sus serviles para ejercer un dominio absoluto y sin contrapesos, para imponer sus caprichos y su ideología autocrática.

Pero, por fin, Gálvez habló y puso en su voz la preocupación, o incluso angustia, de -cuando menos- la mitad de los mexicanos que no simpatizan con la tiranía del Tlatoani Tabasqueño.

Dijo Doña Xóchitl: “El Presidente dice todos los días que su Gobierno es el más honesto. Entonces, si es tan honesto, ¿por qué nos quiere ocultar información? El Presidente quiere desaparecer al INAI, la institución que transparenta la información de sueldos, gastos y contratos de la autoridad”.

También dijo que gracias al INAI es que los mexicanos nos pudimos enterar de que la casa en la que vivía José Ramón López Beltrán, hijo del Presidente, pertenecía a un contratista de Pemex.

“Gracias al INAI”, continuó la candidata del FAO, “también nos enteramos de que los cuates del otro hijo del Presidente (Andrés López Beltrán, el más mencionado en este tema) se volvieron millonarios vendiendo medicinas por dedazo al Gobierno”.

Valientes declaraciones realizó, pues, Doña Xóchitl, ofreciendo lo que México requiere de urgencia: competencia política, sacando a la luz los temas que todo el País debe discutir, contrastando, como se debe, lo que se dice versus lo que se hace; lo que se promete, comparado con lo que se cumple.

Para ejercer el voto de una manera responsable, los ciudadanos deben saber cuál es la realidad del México que vivimos y, lo más importante, ¡hacia dónde nos pretenden llevar!

El que ciertos sectores reciban del Gobierno pagado por los impuestos de todos, pensiones, becas o “ayuda” gubernamental, no es en sí la medida de lo que el gobernante en turno hace por el país en su conjunto.

Debemos pensar todos en el México que nos tocará vivir pasadas elecciones y no soñar con que la jauja de las dádivas será el status quo: no confundamos saludo con sombrero ajeno con lo que son genuinas buenas intenciones y talante democrático.
Este último no lo poseen los caciques de hoy: cínicamente compran votos, es todo.

HLL 

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