El reto para cada persona, es saber manejar sus emociones razonando, pensando.

En nuestra complejidad, los seres humanos tenemos la capacidad de sentir distintos tipos de emociones.

Como referencia y sin pretender establecer ningún tipo de teoría al respecto, se puede decir que dependiendo de la perspectiva con la que se aborde el tema y de la fuente que se consulte, encontraremos que las emociones humanas se puede clasificar y enumerar de distintas maneras.

De acuerdo con la enseñanza de la meditación Vipassana que practicaba Siddhartha Gautama (Buda), las emociones pueden simplificarse en una lista de dos grandes grupos: emociones de apego y de rechazo.

Por otro lado, aunque no existe una lista definitiva, existen clasificaciones más elaboradas, de acuerdo con el artículo del Psic. Juan Armando Corbin en PsicologíayMente.com, podemos observar ocho tipos de emociones:

  1. Emociones primarias o básicas como el miedo (surgen en respuesta a un estímulo)
  2. Emociones secundarias como el enfado (causadas por normas sociales y por normas morales)
  3. Emociones positivas como la alegría (afectan positivamente al bienestar del individuo)
  4. Emociones negativas como la tristeza (afectan negativamente al bienestar de las personas)
  5. Emociones ambiguas o neutras como la sorpresa (no nos hacen sentir ni bien ni mal)
  6. Emociones estáticas como la admiración (relacionadas con las manifestaciones artísticas)
  7. Emociones sociales como la venganza (son las que sentimos respecto a otros individuos)
  8. Emociones instrumentales (tienen como fin la manipulación o el propósito de lograr algo).

Respecto al número de emociones que experimentamos las personas, podremos encontrar listas que van desde cuatro emociones básicas: la alegría, la tristeza, la ira y el miedo, hasta listados con más de 250 emociones, en lo que no profundizaremos el día de hoy.

Si bien es cierto que desde el punto de vista académico podemos encontrar cientos de volúmenes relacionados con el tema de las emociones que van desde tratados en psicología y neurobiología, hasta la biología evolucionista en donde Charles Darwin en su libro La expresión de las emociones en el hombre y los animales (1872), sugirió que la capacidad de expresarlas a través de la cara (Lenguaje corporal <body lenguage>) tenía ventajas evolutivas; lo que es un hecho es que cada uno de nosotros por el solo hecho de ser seres humanos somos expertos en sentir emociones y de manera instintiva expresarlas… las emociones son inherentes a la naturaleza humana y complementan de manera fundamental nuestra experiencia de la vida.

Ahora bien, el que seamos expertos en sentir emociones no nos sirve de mucho si dejamos que éstas determinen nuestra forma de pensar y actuar en la vida.

También tenemos la habilidad de pensar, lo que nos permite formar o combinar ideas en la mente así como examinar mentalmente algo con atención, para formar un juicio.

Pero las capacidades de pensar o sentir emociones por sí mismas son insuficientes por no decir inútiles para una vida plena; es como un auto tiene la capacidad de avanzar, acelerar y dar vuelta, pero sin un conductor que lo dirija, eventualmente terminará hecho añicos y probablemente en el camino termine atropellando a alguien.

Los seres humanos tenemos la facultad única de ser introspectivos, de poder observarnos a nosotros mismos, de ser conscientes de nuestra propia experiencia de la vida y de nuestros procesos emocionales y mentales (somos el conductor y el auto al mismo tiempo)…

Esto significa que tenemos la posibilidad de decidir de manera consciente cómo actuar y qué hacer respecto a las emociones que sentimos… el problema es que aunque tenemos la facultad de ser conscientes, normalmente no la usamos y nos la pasamos actuando en forma automática sin darnos cuenta.

El error que comúnmente cometemos es que “reaccionamos” a los estímulos en lugar de “tomar el control” de nuestra vida, respondemos de manera inconsciente en función de la emoción que sentimos sin detenernos a reflexionar si esa respuesta será la más conveniente ante la situación dada.

En resumen, no nos detenemos a observar la situación, observarnos a nosotros mismos, reflexionar al respecto de la situación y pensar (estando ecuánimes) racionalmente la respuesta adecuada.

Para que puedas tener un control total y consciente de tu vida, el truco está en abrir un espacio de tiempo entre “el estímulo” que recibes y la “respuesta” que das, este espacio de tiempo te permite observar la situación y observarte a ti mismo (incluidas las emociones que sientes), para posteriormente reflexionar y pensar cuál debe ser la respuesta y actuar en consecuencia.

Cuando no nos tomamos el tiempo de pensar, simplemente reaccionamos ante las emociones que sentimos y de manera automática respondemos sin ningún control de la situación, lo cual nos lleva a vivir situaciones desafortunadas, a sentirnos mal, a confundir las cosas, a comunicarnos deficientemente o a ser poco eficaces en nuestras vidas… ¡Así de sencillo! 

Un saludo, una reflexión.

Santiago Heyser Beltrán

Escritor y soñador

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