La Política es un arte, lo dijo Aristóteles.  Y así lo han demostrado a lo largo de los siglos miles de líderes y dirigentes.  

Así lo hemos visto y vivido a lo largo de los años todos;  y es más, ¡así lo hemos hecho!, porque cada uno en su ámbito, al relacionarse con los demás, ¡hacemos política!

¿Qué es la política? Volviendo a citar a Aristóteles, la política “no era un estudio de los estados ideales en forma abstracta, más bien de un examen del modo en que los ideales, las leyes, las costumbres y las propiedades se interrelacionan en los casos reales”.  

Según un escrito de la UNAM, en el libro de Isidro Cisneros “Léxico de la Política” (2004),  “Política es la actividad específica que se relaciona con la adquisición,  (yo agregaría, la búsqueda), la organización, la distribución y el ejercicio del poder;  [de igual manera] es aquella actividad decisional que de manera vinculante involucra la búsqueda del bienestar de la comunidad.”

Es el mismo Aristóteles, quien nos indica que los seres humanos somos animales políticos, entre otras cosas, “porque vivimos en sociedades organizadas políticamente, en cuyos asuntos públicos participamos en mayor o menor medida, con el objetivo de lograr el bien común: la felicidad de los ciudadanos”.

Pues al parecer, nuestro Presidente Andrés Manuel López Obrador no sabe (o no quiere saber ni aprender) sobre el “Arte de hacer política” puesto que se preocupa más por su bienestar y el de sus allegados que el del país, en general.  

Y en lo específico, porque envió a la Cámara de Senadores dos ternas con sugerencias para Ministras de la SCJN, y ninguna fue aprobada.  

Obviamente sus sugerencias incluían mujeres muy relacionadas con su movimiento y que no cumplían con los requisitos indispensables para ocupar tan honorable cargo, por eso no lograron el consenso.  

Ya había yo escrito en algún artículo, que su primer sugerencia parecía un insulto, y como tal, fue rechazada.  

En la segunda, ¡solo cambió UN nombre!… y, a pesar de los intentos de los partidos políticos por consensuar, se le repudió.  

Extrañamente, la Ley dice que en el caso de dos rechazos, ¡el que termina nombrando directamente a la Ministra, es el Ejecutivo, quien fue el que mandó las ternas devueltas! ¡qué absurdo!

Como todo, entiendo que nuestra Ley es perfectible, pero, evidentemente, este fue el objetivo de López desde un inicio y por primera vez en nuestra historia, usó la facultad que le da el artículo 96 para, en última instancia, designar directamente a un juez del máximo tribunal de nuestro país.

Al final, la persona que nombró fue Lenia Batres, hermana de Martí Batres, actual Jefe de Gobierno de la CDMX (ambos nombrados así por la afinidad de sus padres al comunismo: Lenin y José Martí), claramente manejando más la lealtad que la capacidad.  

La señora es Abogada urbanista, tiene dos maestrías y es candidata a un doctorado; ha co-escrito seis libros, perteneció al PRD, es fundadora de Morena, y ha ocupado, únicamente, cargos políticos, ninguno que tenga que ver con ejercer la justicia.  

En sus discursos ante el Senado para que la escogieran, repitió lo que dice López sobre lo “oneroso de la SCJN, que solo llega a un porcentaje mínimo de la población y que habría de elegirlos por votaciones”.  

Obviamente, por esto y por su currículum no adecuado, no fue elegida, pero cómo dije, en Morena, lo que les importa es la lealtad, no la capacidad para ejercer los cargos. 

El aprendizaje del arte de la persuasión fue una de las asignaturas fundamentales para el aprendiz de político en la democracia ateniense, definitivamente López Obrador no aprendió sobre eso en los años que tardó en estudiar su carrera. 

P.D.  El Presidente inauguró esta semana, dos obras inconclusas: el Tren Maya y el Acueducto El Cuchillo, en Monterrey. Ambas tienen sobreprecio en su construcción 208 % y 41 % respectivamente.  

El Tren Maya hizo 9 horas en su recorrido inicial, se acabaron los alimentos y la gente se bajó antes. El Acueducto ya lo habían inaugurado, lo reinauguraron y tardará, al parecer, 5 días más en funcionar.  Así las obras de López… ¡me recuerda tanto al viejo PRI!

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