Los argentinos intentan decapitar al peronismo populista que destruía su economía. Mientras AMLO invita a la resignación y a la pobreza franciscana, Javier Milei, un presidente radical, sentencia: “No vine a guiar corderos, vine a despertar leones.” Milei privatizará las empresas públicas deficitarias del Estado, entre las que se encuentran Aerolíneas Argentinas y la petrolera YPF. “Ningún gobierno ha recibido una herencia peor que la que estamos recibiendo nosotros”, declaró el nuevo mandatario argentino, de ahí que se proponga aumentar la inversión privada, reformar la seguridad nacional, crear un seguro de salud universal, eliminar y reducir impuestos, explorar recursos naturales a través de un sistema de regalías y concesiones y construir obras de infraestructura con capital privado, la estrategia idónea para el crecimiento al que se opone AMLO al perseguir un capitalismo de Estado condenado al fracaso. Xóchitl habrá de heredar en octubre los restos de un sexenio infame con enormes riesgos y adversidades.
Los chilenos, por su parte, decidieron por mayoría absoluta, rechazar, por segunda ocasión, una nueva constitución de izquierda propuesta por el presidente Gabriel Boric: Chile resolvió seguir rigiéndose por la Carta Fundamental redactada durante la dictadura de Pinochet, sometida a múltiples reformas. Los chilenos aprendieron la dolorosa lección del allendismo.
¿Más.? En las recientes elecciones intermedias los colombianos le amarraron las manos a Gustavo Petro, el primer presidente de izquierda en Colombia. Éste sufrió un severo descalabro en Bogotá, su bastión, además de no haber conquistado las grandes ciudades ni la mayoría de las gubernaturas. AMLO también recibió un revés popular en el 2021, incomparable como el que habrá de padecer el próximo junio 2.
Por otro lado, el Tribunal Constitucional de Bolivia inhabilitó al expresidente Evo Morales, también de izquierda retrógrada, como candidato presidencial en 2025, tras anular la figura de la reelección indefinida. ¡Adiós a Evo Morales! Los hechos son tercos, muy tercos… Lula tampoco cuenta con la mayoría legislativa en Brasil y no podrá hacer más daño, ya que el futuro de su gestión depende no solo del Poder Legislativo, sino también del Poder Judicial, por lo que, de manera sospechosa, al igual que AMLO, intenta fortalecer una relación perniciosa con el ejército. Lula, otro presidente torpe y anacrónico, insiste en resucitar los programas sociales para combatir la miseria y el hambre, cuando la solución es la creación masiva de fuentes de trabajo, de empleos con derechos laborales por medio de alianzas con el sector privado. La división de poderes es el obstáculo insalvable para poder acceder finalmente a la imposición de una dictadura como la existente en Cuba, Venezuela y Nicaragua, en donde priva la miseria a su máxima expresión. Lula también califica a la oposición como “un intento de golpe perpetrado por un grupo de reaccionarios, fascistas de extrema derecha que no querían dejar el poder”.
Bukele, de El Salvador, ha echado a andar la economía por medio de la reinstalación de la seguridad y de las garantías ciudadanas. Luego de la pandemia, Luis Lacalle, el visionario presidente de Uruguay, de centro derecha, alcanzó niveles de casi un 5% de crecimiento económico, un éxito regional con el que ya soñaría López Obrador con sus decepcionantes promesas populistas. El expresidente Rafael Correa, de izquierda, impulsor del socialismo en Ecuador, acabó su gestión con un frustrante decremento en la economía, sin olvidar que, además, fue condenado a 8 años de cárcel por el “caso sobornos 2012-2016.”
En este 2024 habremos de echar del poder a AMLO y a la 4T, para extinguir su populismo suicida, el nuevo gobierno de un solo hombre que atenta en contra de los intereses superiores de la nación. México no se puede quedar atrás en el promisorio proceso de destrucción de las dictaduras latinoamericanas de cualquier signo político. Millones de mexicanos ilusos votaron por una eficiente transformación sin imaginar que ésta sería involutiva, regresiva, empobrecedora, tiránica y corrupta. El próximo 2 de octubre debemos lograr una transformación, pero al estilo latino, como la que ocurre en buena parte del Cono Sur o volver a padecer los horrores de un México del que “casi” nadie quiere acordarse.