Los ojos del mundo voltearon a Ecuador cuando un grupo armado irrumpió, el martes pasado, en TC Televisión de Guayaquil, durante un noticiario en vivo, lo que provocó que los medios tomaran la señal para transmitir el breaking news de cómo eran sometidos los trabajadores de la televisora.

Finalmente, los empleados de TC Televisión fueron puestos a salvo por las fuerzas armadas del país que detuvieron a 13 sujetos a quienes un jefe del Ejército pedía que se les procesara como terroristas.

Este hecho permitió que nos diéramos cuenta de todo lo que estaba pasando en Ecuador, de los ataques a civiles y a elementos de cuerpos de seguridad, de la fuga de un penal del líder criminal apodado “El Fito”, además de la toma de una universidad y de la que no supimos en qué quedó.

Nos dimos cuenta de que Daniel Noboa, presidente de Ecuador, declaraba a la situación como “un estado de guerra”, por la cual había decretado (desde antes del asalto a la televisora) Estado de excepción, o mejor dicho toque de queda.

Muchos países, incluyendo México, expresaron su solidaridad y apoyo al Gobierno ecuatoriano y condenaron la violencia de los grupos criminales. 

Nada había llamado tanto la atención del devenir en Ecuador, a no ser la elección presidencial y, antes, el asesinato del candidato a la Presidencia, Fernando Villavicencio, presuntamente por un grupo criminal relacionado con el Cártel de Sinaloa.

Los supuestos nexos de grupos delictivos de ese país con los de México (incluyendo el Cártel Jalisco Nueva Generación) fueron negados por el presidente mexicano López Obrador, no sé porqué, siendo que el propio candidato asesinado había hecho esa denuncia con anterioridad.

La DEA reporta que los dos cárteles mexicanos referidos tienen presencia en al menos 100 países y cuentan con más de 40 mil delincuentes asociados en esos lugares.

Leí un artículo que hablaba del riesgo de que la delincuencia organizada pudiera cometer ataques a los medios nacionales como el ocurrido en Ecuador, pienso que en México solo falta eso, pero suceden cosas peores.

Según publicaciones, durante 2022 en Ecuador ocurrieron cuatro mil 600 homicidios dolosos, mientras que en México fueron 32 mil 287. En ese año en Ecuador fueron asesinados cuatro periodistas y se reportó uno más desaparecido, mientras que en nuestro país fueron ultimados 61 comunicadores.

En Ecuador, Noboa y sus jefes militares les han declarado la guerra a los grupos criminales “porque si se meten con el pueblo ecuatoriano, se meten con las gloriosas fuerzas armadas”, como fue pronunciado en el mensaje de un jefe del Ejército.

Ante ello, por supuesto que no podemos exportar la frase, que no estrategia, de “Abrazos, no balazos”, que por lo menos ya tiene tiempo que no ha vuelto a mencionar López Obrador, luego que han proliferado los narcoataques en muchos estados, incluyendo Tabasco.

En lo personal, creo que no es necesario declarar la guerra a los grupos de la delincuencia organizada, sino solo aplicar la ley, para restablecer el Estado de derecho constitucional.

Cuando se les declara la guerra a los criminales, solo les da motivo para que incrementen sus agresiones, especialmente en contra de los cuerpos policiales y de los miembros de las fuerzas armadas.

En México, hace tiempo que la delincuencia organizada se ha metido con el pueblo y no se ve una estrategia gubernamental que los pueda detener y, menos ahora, promesas de precandidatos y precandidatas que vislumbren cómo es que lo harían.

Se requiere de un gran debate nacional en torno a la seguridad pública y en contra de la violencia. Conversatorio en el que la sociedad debe participar y exigir claras acciones para empezar a terminar con este flagelo.

 

RAA

 

Leave a comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *