Hay que reconocer la valentía de Sanjuana Martínez Montemayor, quien hasta hace poco fungía como directora de Notimex, la agencia de noticias gubernamental fundada en agosto de 1968 y la cual desapareció por decreto presidencial en diciembre del 2023.
Ello sin que -aparentemente- se cumpliera con los derechos laborales de los trabajadores, hecho que su directora no sólo denunció, sino en el que ahondó señalando, por un lado, que un prominente abogado laboral, padre de una alta funcionaria del Gobierno actual, era el asesor laboral del sindicato en un evidente conflicto de interés y, por otro, que desde la Secretaría del Trabajo le habían exigido un porcentaje de la indemnización como “contribución” a la campaña presidencial de la candidata oficialista, Claudia Sheinbaum. Al negarse a pagar este “diezmo”, la cantidad para indemnizar a los empleados se redujo de unos 150 millones de pesos a sólo 15.
Una denuncia de este tipo requiere agallas, ya que desmiente el “no somos iguales” y el “se acabó la corrupción” que cacaraquea el cacique en el poder, quien no sólo NEGÓ lo denunciado por Martínez, sino que le exigió que “presentara pruebas”. Absurda exigencia, pues no corresponde a los ciudadanos andar de investigadores, sino a la autoridad asegurarse que se le dé cumplimiento a la ley.
Al defender a sus trabajadores y denunciar la extorsión, Martínez SE ENFRENTA al poder del Estado, a las persecuciones, a las agresiones de quienes ven sus intereses -sobre todo electorales- afectados por denuncias de este tipo y que es gente que ha acumulado un PODER extraordinario: controlan no sólo al Ejército, la Guardia Nacional, las Fiscalías, federal y de la CDMX, sino también a jueces y hasta miembros de la Corte.
Adicionalmente a lo por él afirmado a priori, el Rey actual decretó que las personas denunciadas por Martínez son “gente honesta”. O sea que ÉL, y sólo él, es quien determina quién es, o no es, honesto. Ello sin investigación de por medio: ¡Al diablo con los tribunales: yo soy juez, juzgado y verdugo!
Aparejado a este suceso, han surgido otras denuncias de corrupción relacionadas con gente allegada al Presidente y sus obras insignia.
El periodista Carlos Loret de Mola denunció en días pasados la presunta ayuda de OTRO hijo del Presidente, uno al que apodan “Bobby” (que no es “Andy“, ni tampoco JR y menos JE) para conseguir contratos importantes del Tren Maya para uno de sus cuates tabasqueños.
Muy conocidos son los ataques del Emperador Obrador contra los medios, sobre todo los que denuncian el lado oscuro de la 4T y contra comentaristas de renombre, como el propio Loret de Mola, Ciro Gómez Leyva, el compañero Sergio Sarmiento, Carmen Aristegui y otros.
Todos los días, agrede infundadamente a éste su periódico, sólo porque la realidad que en sus páginas pinta delata los embustes de un Gobierno fantasioso que fabrica éxitos, echa a andar obras inconclusas y declara triunfos inexistentes.
De manera que, al igual que lo denunciado por Martínez, se requiere valor, sea de periodistas, estudiantes, obreros o empresarios para darle la contra al relato oficialista, en el que todo es perfecto y en el que México está ya “transformado”. Qué tan mal andamos que tenemos que destacar -por infrecuentes- las agallas para ir en contra de una máquina sometedora.
Y sí, el México de hoy no es el mismo de hace cinco años, cuando éramos una economía emergente, con tendencias modernizadoras, y ahora somos una economía que va que vuela hacia el RETRASO. En lugar de mirar y ASPIRAR al explosivo crecimiento y oportunidades del futuro en Inteligencia Artificial, nanotecnología, robótica, química y física, nuestros gobernantes fijan su mirada en el PASADO y abrazan conceptos que el mismo COMUNISMO abandonó.
No creen en la modernidad ni en el poder creador de riqueza de los libres mercados y del libre emprendimiento: se apegan aún a la creencia de que el Gobierno puede hacerlo y resolverlo todo. Ello ignorando lo obvio: el Gobierno no es, nunca ha sido, LA SOLUCIÓN. El Gobierno es EL PROBLEMA.