No se requiere ser gran financiero para concluir, tras un somero vistazo a las finanzas de Pemex, que este monopolio gubernamental ha sido quebrado estrepitosamente por la terquedad e ignorancia de la 4T.

Concretamente la “política energética” impuesta por Rocío Nahle, hoy candidata de Morena al Gobierno de Veracruz.

La condición actual de Pemex resulta tan precaria que ni con inyecciones cuantiosas de recursos directamente por el Gobierno Federal logran mejorar su situación, pese a éstas, continúa empeorando.

Así lo demuestra una presentación que hiciera quien fuera Subsecretario de Energía y Comisionado de la Comisión Reguladora de Energía, Francisco J. Barnés.

Desastroso resulta ser un término que le cae “como anillo al dedo” a este monopolio que produce menos, opera con mayor ineficiencia y se encuentra más endeudado hoy que cuando inició el régimen de la 4T, que puso a su cargo a un Ingeniero Agrónomo.

Cargados de desconocimiento cuando tomaron las riendas, ofrecieron que producirían 2.6 millones de barriles diarios; luego redujeron la estimación a dos millones de barriles diarios.

¿Cuántos producen realmente? Poco más de 1.6 mdbd, un 3 % menos que el año anterior.

Mientras sus refinerías trabajan al 50 % de capacidad, siendo el estándar internacional el 90 %.

Fíjense ustedes, amigos, que sin sentido: el Gobierno Federal le inyectó a Pemex 798 mil millones de pesos, pero la deuda de este monopolio creció en 250 mil millones. Su patrimonio es negativo en 120 mil millones de pesos.

Ahora que el 33 % del crudo que refina se torna en combustóleo con alto contenido de azufre, el cual no se puede vender fuera de México. Lo usan en la CFE para envenenarnos a todos con las emisiones nocivas emanadas de su consumo.

Consideran los expertos que la única opción viable que le queda a la petrolera es abrirla a la inversión privada. Algo que, como ustedes bien saben, este régimen se ha rehusado a aceptar insistiendo en que ellos -la 4T- pueden salvar al elefante albino.

Obvio es que esto afirman como postura ideológica, aunque bien saben -o deberían saber- que desde que tomaron las riendas la han empinado peor que como estaba cuando tomaron su control.

Paradójicamente mientras Pemex se hunde, ahorcada en deuda y en su improductividad, la petrolera privada Exxon reporta una utilidad anual de 60 mil millones de dólares, una de las más grandes de la historia reportada por una empresa privada.

O sea que bien manejado el petróleo deja, y deja bien, el problema es que en México el monopolio gubernamental petrolero está mal administrado y se le han aplicado en los últimos cinco años políticas obsoletas que no funcionan, pues operan bajo conceptos estatistas que la historia ha demostrado son totalmente falaces.

Prueba de ello es que cuando se experimentaron en Pemex, de inmediato empeoró su desempeño, ello en lugar de mejorar, lo cual no solo consistía en una promesa del nuevo Gobierno, sino que se convirtió en requisito sine qua non desde el momento mismo que su producción de crudo comenzó a declinar en lugar de incrementarse.

Una definición de “locura” es “hacer la misma cosa, esperando de ella un resultado diferente”.

En esto ha insistido la 4T, inyecte e inyecte recursos frescos del Gobierno central para mantener Pemex artificialmente a flote, lo cual resulta inútil ya que mientras no produzca más crudo, y más crudo ligero en lugar de pesado, no contará con los ingresos necesarios para:

1.- Darle servicio a su enorme deuda en un entorno de altos intereses, y…

2.- Compensar sus altos índices de ineficiencia y falta de productividad resultado de un exceso de personal que goza prerrogativas insostenibles en un contrato colectivo de trabajo sumamente leonino.

En los escasos ocho meses que le quedan al actual Gobierno nada podrá realizar para remediar la precaria situación de caso perdido de Pemex.

Le dejará la bomba de tiempo a su sucesor, a quien no le quedará más remedio que abandonar el estatismo y abrir Pemex a la inversión privada, o… pasar a la historia como el “Anti-Cárdenas”: declarando su quiebra o desaparición.

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