Siempre desde que el mundo existe el hombre ha estado a la búsqueda de respuestas, de soluciones que detengan la enfermedad y la vejez, de curas milagrosas que sanen las heridas y nos restauren las grietas que el tiempo grabo cruelmente a cincel. Han buscado por todo el planeta, se han sumergido en lo más profundo del mar, ahí donde la oscuridad es absoluta y reinan extrañas criaturas de las zonas abisales de ojos enormes para captar la casi nula luz. Ahí en donde el agua es purísima y ha perdido el gusto salado, bajo infinitos metros cúbicos en ese abismo de mar.
Mi amiga me habla de esa agua y me dice convencida que ella definitivamente la tomará, pues ese líquido, tiene la virtud de irse al punto exacto de tu cuerpo que requiere ser reparado. Me cuenta una historia increíble que escucho embelesada, creo que a todos nos gustan las narraciones y cuando termina de hablar, estoy plenamente convencida. ¡Yo también quiero intentar!
Me dice que la vida surgió del mar, que tuvimos opción de preservar nuestras branquias y agallas, más los humanos optamos por pulmones y piernas. Siendo así, y tomando estos criterios sobre nuestros orígenes, es obvio pensar que ahí en las profundidades marinas es en donde debemos buscar. Me habla de científicos conocedores del tema que tienen teorías que lo avalan. Yo ignorante y neófita de estas cosas, me reservo el derecho de opinar y prefiero omitir mis palabras imprecisas, porque es de sabios escuchar cuando uno desconoce el tema. Todo me resulta tan interesante, le encuentro toda la lógica a sus palabras, que una vez más, como otras, sucumbo. Humana al fin.
Y es que en algo estoy completamente de acuerdo, llega un punto de la vida en que se requieren reparaciones en el cuerpo, en el alma y el corazón. En este momento de mi viaje, necesito no sólo tomar esa poción mágica que Sil me dice que se ingiere a cuentagotas, sino sumergirme en una piscina repleta de ella, de la que saldré renovada. No se lo digo porque no quiero que se sienta ofendida, o piense que me estoy burlando, que no es mi intención, sólo que considero que hay muchas reparaciones en mí que requieren hacerse a profundidad.
No he vuelto a tocar el tema, ignoro si se la enviarán o si ya tiene esa agua marina consigo, que pronto lo averiguaré. Indagaré en los resultados para ver si me uno a los pedidos, que a estas alturas serán muchos sin duda.
Reflexiono en la infinita sabiduría de mi cuerpo que permite que éste, se autorepare, aunque luego muestre en su orografía cicatrices, señales de grandes batallas en donde salí victoriosa, mismas que porto con orgullo de vencedor. Es difícil no caer, más difícil resulta levantarse.
Me quedan algunas dudas, me detengo y me imagino un alma y un cuerpo impolutos que no estarán preparados para habitar este mundo con una inocencia restaurada, y algo me dice que continúe en mi cuerpo de mil batallas, que me resulta más conveniente ampararme en este sobreviviente en el que vivo que intentar tener uno nuevo.
Más adelante se lo preguntaré, por el momento me quedo con varias dudas hasta hablar con ella y me las disipe. Reflexiono cerrando los ojos, e imagino mis orígenes cuando flotaba en mi líquido hogar, y me dejo ir tranquila como si flotara en el viento.