El agua es la base de la vida y en nuestro caso, es el futuro. Ya vimos lo que sucedió en Monterrey. Estos días vemos conflictos en el estado de México por el agua del Cutzamala y la Ciudad de México se acerca a su “día cero” (el día en que la demanda rebase a la oferta). La sed es la expresión más humana de la escasez de agua. De alguna manera todos los seres humanos tenemos acceso a ella, pero no en la misma cantidad ni calidad. Los pobres la beben desde la toma pública y hay quienes la disfrutan embotellada. Y aunque es responsabilidad de los gobiernos el proporcionarla –y en algunos casos, de empresas privadas, cuando es concesionado el servicio-, realmente no tenemos todavía en México, la escasez plena. Ésta apenas empieza.
Hasta ahora, a pesar de estudios prospectivos y de campañas de ahorro, siempre hay factores que salvan la situación para los gobiernos y organismos operadores. Pero el Bajío es una zona particularmente compleja, pues no tenemos aquí sierras madres orientales y occidentales. Lejos está el altiplano central y de allí solo baja el cauce escaso del Lerma. Aquí dependemos y hemos acabado con los mantos freáticos y las pocas presas que tenemos, son usadas para riego agrícola.
Pero como aquí lo he expresado por casi tres décadas, Guanajuato se equivocó al apostarle a la Presa El Zapotillo, suponiendo -como sucedió-, que habría gobiernos federales afines políticamente al estado y que ese proyecto destinado al fracaso, podría concretarse. Fue por 30 años la cargada de la aclamación oficial en nuestro estado y solo unas pocas voces disonantes que criticábamos la estrategia por tener un costo ambiental, energético y financiero monumental, en un entorno de contratado a la pilla y quebrada Abengoa y por depender, además, de la coinversión federal.
El tiempo nos dio la razón a quienes afirmábamos que la solución era la sierra de lobos y la retención en las partes altas de nuestro “tinaco” natural. Pero el segundo factor que siempre presentamos, era la componente política. Y tanta era la soberbia, que no se podían imaginar que la izquierda gobernara el País y que se ensañaría con el estado más panista y conservador del País. Era obvio que AMLO nos cortaría la inversión federal y sería un componente político para vencernos por sed. Si bien El Zapotillo fue un proyecto con participación de Jalisco y Guanajuato, y que las aguas son nacionales, la realidad es que era complicadísimo pensar que generosamente habría agua para León compartida con Guadalajara.
Morena ganará seguramente la Presidencia de la República y tendremos seis años más de este estrangulamiento, de este castigo que nos evitará calmar la sed. Sin liderazgo en el gobierno estatal y municipal para concretar su Plan “B” que es traer agua de la Presa Solís, el tiempo es muy corto para implementar el Plan “C”: inversión social para la sustentabilidad de la cuenca leonesa, con la captación desde arriba, de toda el agua de lluvia y el incentivo a los ahorradores y captadores. También la mayor probabilidad es que el PAN retenga la gubernatura y la Alcaldía de León, con los distritos electorales más azules del País, por lo que el escenario de este sexenio se repetirá para desgracia de nuestro terruño: el castigo severo, duro, inhumano, del gobierno federal, para no regresar nuestros impuestos y poder con ellos, realizar obras de infraestructura para el Plan “B” del gobierno estatal.
Para calmar la sed con dignidad, nos queda el Plan “C” que muchos hemos trabajado toda la vida: la tecnificación del agua que nos quede. Podríamos extender de 10 años, al doble, los depósitos de la cuenca. Infiltrar la lluvia en los naturales pozos de absorción que tiene el ecosistema. Más redes de agua tratada y leyes con incentivos para ahorro y uso eficiente. Este escenario es el que debemos trabajar masivamente. Dos millones de personas tendremos sed y no tendremos en los siguientes 6 años, inversión federal para calmarla. Requerimos ingenio y trabajo colectivo. El gran fideicomiso para la autosuficiencia de la cuenca hidrológica de León debe ser no solo de dinero sino de la concurrencia de instituciones y empresas. Es el único escenario seguro para calmar la sed.
HLL