“Esto se gana con votos”, ha dicho el jefe de gabinete del gobernador de Guanajuato a quienes se han quejado de alguna candidatura impresentable. Asumiéndose muy listo, ha intentado convencer a todos que en las actuales elecciones, solo cuenta el dinero que se le invierta a la movilización electoral del llamado “día D”.
Cierto, la movilización electoral depende del presupuesto que se le destine a un pequeño ejército de individuos, enemigos de la democracia, que por dinero, venden su alma al diablo y se dediquen a arrear personas a las casillas bajo la amenaza de que deben votar por el partido que les ha dado alguna dádiva o bien que les pone en mano dos billetes de quinientos pesos.
Quienes se atreven a esto, en un tiempo que se festina desde la cima del poder estatal la compra de una elección a billetazos, fingen ignorar que realmente lo que están propiciando, es un quiebre moral en su sociedad. Este quiebre de la moralidad conduce a varias manifestaciones perversas de las cuales luego nos quejamos y en las cuales ahogamos la civilidad necesaria para convivir en paz y armonía.
Ganar con voto comprado o condicionado, es condenarnos a vivir mal gobernados. Quienes acceden al poder impulsados por el dinero, deberán devolver favores y se acostumbrarán a meter la mano a los recursos públicos y este proceder los convertirá en ladrones. Entendemos que se escudarán en la pueril cantaleta de “todos lo hacen”; pero su conducta revela pobreza de espíritu y podredumbre personal. ¿Así nos van a gobernar bien, luego de actuar con singular perversidad?
¿Ignoran acaso que con su siniestro proceder están ayudando a construir una violencia electoral, fundamentada en un sistema de extorsión a la sociedad para arrebatarles su derecho al voto libre? ¿No son conscientes de que al aceptar este tipo de violencia se convierten en aliados de los peores exponentes de esta terrífica categoría?
Allí está el mal y no reaccionamos frente a él, como en la famosa película sueca del director Ingmar Bergman, que se desarrolla durante la Alemania de entreguerras y que prevé el nefasto encumbramiento del nazismo, producido por la desatención ciudadana. Uno de sus personajes advierte: “Cualquiera puede ver el futuro, es como un huevo de serpiente. A través de la fina membrana, se puede distinguir un reptil ya formado adentro”.
Si afinamos un poco el entendimiento, podremos percatarnos del drama que vivimos. Cuando con las armas de la democracia debiéramos combatir las intenciones autoritarias del actual presidente de la República, nuestros gobernantes locales se han transformado en imitadores de todas las conductas que en lo federal criticamos. Eso pasa desapercibido para el señor Alcántara. Cuando denunciamos la intención de imponer una elección de Estado en lo nacional, acá el jefe de gabinete promueve los mismos métodos aberrantes y utilizan la autocracia para definir todas las candidaturas oficialistas. Todo se reparte entre cuates e incondicionales siempre sumisos.
En Guanajuato capital, por ejemplo, han optado por conservar el huevo con el reptil dentro, como pena impuesta a la ciudad patrimonio de la humanidad por no ser sumisa ni empática con un gobernador ausente. Se le niega el derecho a una candidatura potable. Se prefiere que opere el dinero sucio para comprar la voluntad de las personas y se consolide el reinado del dolo y la privatización de los presupuestos públicos. ¡Esto se gana con votos! No importa si se consiguen con dinero y dádivas o se compra la elección entera negociando con Morena. Finalmente como decía un exgobernador de Veracruz: “En política, todo lo que se vende sale barato”. Aunque incluya una serpiente.
RAA