De llegar a darse, para la gran tragedia de México, el arribo de Claudia Sheinbaum a la presidencia, se estaría instalando un nuevo y temerario Maximato, otro irresponsable desafío político, como si hubieran sido insignificantes las regresivas enseñanzas de nuestra historia. ¿Se trata de retener el poder a cualquier costo, de garantizar a como dé lugar, con extorsiones y amenazas, una mayoría parlamentaria y de controlar de una y otra forma al Poder Judicial? ¿La idea es imponer una dinastía familiar al estilo somocista, desmantelar los organismos autónomos o continuar con el avance amenazador de la delincuencia organizada para imponer un terrorismo de Estado con unas fuerzas armadas coptadas a billetazos, o desaparecer a la oposición en México y a la Comisión de los Derechos Humanos para volver al país de un solo hombre con todas sus consecuencias? Basta con leer las respuestas a las preguntas que Roberto Samcan se plantea en su ensayo “¿Qué pasó en Nicaragua?” A nadie conviene la violencia ni la destrucción de la democracia.
¿Quién ha dicho que López Obrador es el presidente de los pobres cuando los ha multiplicado como pocos mandatarios en la historia reciente de México, y ha provocado su postración al hacerlos dependientes de los ahorros de la nación, haciéndoles creer que siempre habrá un premio para ellos, que no deben aspirar a nada más, invitándolos al conformismo, a la resignación y a la pobreza, franciscana, en lugar de estimularlos al crecimiento, a la evolución, al progreso y a la superación personal? ¿Acaso somos más ricos, con mayores índices de bienestar que antes? Se trata de hacer creer, horror, que el obradorismo es mayoría entre todos los mexicanos con arreglo a sobornos millonarios a algunas compañías encuestadoras.
¿Quién ha dicho que la 4T es un partido de izquierda, cuando destruye instituciones, cancela la salud pública, las instancias infantiles, los refugios para mujeres golpeadas, destruye los sistemas de abasto de medicamentos, priva de apoyos a los empresarios creadores de empleos, permite la expansión de la delincuencia y destruye el Estado de derecho? La izquierda era la de Mitterrand o la de Felipe González. ¿Acaso la perversión de la política, la división entre todos los mexicanos, la destrucción de las instituciones políticas y electorales constituyen un acto revolucionario? ¿Destruir la credibilidad en la política y anular la esperanza electoral eso es lo que debe entenderse por la 4T?
¿Las fuerzas armadas deben aceptar que López Obrador viole la Carta Magna hasta provocar una crisis constitucional que ponga en riesgo la paz de la República?
Parafraseando a Samcan: ¿Se trata de mantener pobres a los pobres, de crear millones de “tontos útiles” que le garanticen el voto para que le besen las manos a López Obrador, de modo que éste nunca deje de obsequiarles migajas, sin importarle que los condena a la miseria eterna dentro de una democracia espuria que estallará por los aires cuando se agote el presupuesto público? ¿Arriba los pobres del mundo, como sostiene el dictador Ortega? ¿Viva el proceso de lumpenización y que a los pobres les toquen las migajas del festín?
Sheinbaum constituye otro enorme peligro para México porque al final del presente año el ministro Luis María Aguilar, uno de los grandes gigantes del Poder Judicial, concluirá su histórica gestión. Si aquella llegara a ganar las elecciones del 2 de junio, le correspondería nombrar al sucesor de Aguilar, muy probablemente otro tránsfuga de la justicia y del derecho como Ortiz, Esquivel, Zaldívar y Batres, las peores afrentas en la historia de la Corte. De prosperar tan temeraria nominación, nuestro máximo tribunal estaría dominado por sujetos abyectos que en el futuro bien podrían ser sometidos a un juicio político como lo establece el artículo 110 de la nuestra Carta Magna.
De acuerdo, sí, pero en tanto se les enjuicia políticamente, el año entrante, 4 de 11 ministros de la Corte podrían declarar, por ejemplo, la constitucionalidad de la reelección presidencial y dejar sin efectos el artículo 83 de la Constitución. De esta suerte, López Obrador podría reelegirse indefinidamente después de un buen número de maniobras legaloides. Sheinbaum es un peligro para México, tan lo es que de repetirse el caso de Pedro Lascuráin que ocupó la presidencia por 45 minutos, podría volver a despertar al México bronco.