Algo muy extraño sucede en el ámbito político de Guanajuato, cuando se puede constatar que los principales partidos políticos son capaces de seleccionar, siempre a dedo, a los peores candidatos que tienen a la mano.
La normalidad de la vida partidista sería indagar dentro de la militancia y con ánimos democráticos, incluso entre la ciudadanía, si existen personajes que pudiesen representar y gobernar a nuestra sociedad en condiciones éticas, profesionales y transparentes, que implanten regidores, síndicos y diputados que sean verdaderos representantes de la comunidad; gobernador y alcaldes que en el desempeño de las acciones ejecutivas, sean capaces de construir buenos gobiernos.
En el caso del municipio de Guanajuato, capital del estado, ciudad patrimonio de la humanidad, localidad que extendió su nombre a esta región del Bajío, sede del Festival Internacional Cervantino y como la nombraba Jorge Ibargüengoitia, “la Atenas de por acá”; se da un fenómeno bizarro, ya que se encuentra sumida en la más total decepción por los recientes nombramientos unilaterales que las dirigencias partidarias han hecho para postular a sus candidatos a la alcaldía. Este municipio se torna en un ejemplo de alto impacto mediático, para verificar la calidad del funcionamiento de nuestro sistema de partidos, así como de la voluntad de las candidatas a gobernadoras del PAN y Morena para impulsar, dentro de sus filas, las mejores opciones para presentarlas frente a los ciudadanos. Ante estas circunstancias, ambas aspirantes inician con el pie izquierdo. Veamos.
Libia García, la elegida por Acción Nacional, parecía haber encontrado una veta olvidada, para poder postular un candidato de alta rentabilidad, que rescatara al municipio de Guanajuato de las garras de un gobierno autoritario, depredador y abusivo. Ya se había anunciado la candidatura del exgobernador Romero Hicks y se respiraban aires sanos al otear el futuro. Pero de pronto, todo se esfumó dejando a doña Libia en la comprometida circunstancia de tener que hacer campaña acompañada de la repudiada esposa del actual alcalde, personaje non grato para los sufridos habitantes de esta comuna. El PAN realizó un enorme esfuerzo para buscar y localizar a la peor candidata de la cual podía echar mano para una competencia que parecía estar ganada por sus adversarios. Se escogió a la peor, a Samantha Smith, cónyuge del atrabiliario alcalde de este municipio.
Así las cosas, todo se veía como un día de campo para los retadores: Morena. Bastaba elegir de entre dos opciones potables inscritas, para tener oportunidad de alzarse con la victoria en la capital del estado. Pero la operación de compra de la elección que se inició desde los drenajes profundos del gobierno estatal logró que el partido de la 4T entregara la plaza anticipadamente a sus rivales panistas. Alma Alcaraz se ha convertido en testigo mudo del despropósito, que será ampliamente publicitado para que los guanajuatenses se enteren que su partido negocia plazas a discreción. La implementación del lucrativo acuerdo consistió en la elección de un candidato a modo. Encontraron a un figurín impresentable, cargado de negativos, para lanzarlo al ruedo rumbo a la derrota. La selección de Jorge Rodríguez Medrano agravia especialmente a las mujeres, cosa que hundirá en un profundo pantano a la contadora Alcaraz. No hay forma de explicar a la ciudadanía la decisión suicida que tomaron.
Los partidos no han entendido que aún cuando se dedican a condicionar y comprar el voto en zonas rurales del municipio, en la urbe ya se da un proceso de ciudadanización que no podrá ser vencido repartiendo dinero y dádivas. La mejor señal de ello se dio el pasado martes, cuando el periodista Arnoldo Cuéllar, en sus redes sociales entrevistó a Paloma Robles, una de las candidatas de Morena más acreditadas y a la trasmisión se unieron, en directo, más de 2700 personas. Algo gordo va a ocurrir en esta capital estatal.
En tanto, las dos candidatas a la gubernatura nos han mostrado su lado flaco. Son débiles frente a sus estructuras partidarias inmersas en el mercantilismo electoral. Se develan incapaces de forzar la inclusión de buenos candidatos y tolerantes ante la postulación de impresentables. Comienzan mal y así no le sirven a la gente.
RAA