Algo que no parece advertir el actual Gobierno es que los errores que comete acarrean consecuencias. Las decisiones que se toman no se apalancan en el vacío, afectan en cascada a una serie de factores que cobran un precio muy elevado cuando resultan equivocadas.

Así está a punto de suceder en el tema aéreo, verbigracia, la arbitraria y chicharronera decisión de reducir vuelos en el AICM, el obligar a trasladar la carga al AIFA o la creación de una aerolínea del Ejército, generando con ello una competencia desleal: todo esto ha hecho que los acuerdos internacionales de paridad en los cielos caigan rodando.

Por lo mismo, nos enfrentamos a temas como el que el Departamento de Transporte de los Estados Unidos (DOT) se niegue a renovar su aprobación a acuerdos de cooperación entre aerolíneas nacionales y extranjeras como los que suscribieron en el 2017 Delta y Aeroméxico o el que tiene Allegiant con Viva Aerobus.

Estos convenios permiten ampliar la cobertura de rutas, crear sinergias, simplificar sistemas de reservación o de movimiento de equipaje y, en general, ofrecer beneficios tangibles al consumidor nacional. Ello, al tiempo que les permite a nuestras aerolíneas competir favorablemente contra el feroz acecho de las extranjeras, sobre todo en el acceso a los destinos turísticos mexicanos más codiciados o en los servicios que en México se ofrecen a los viajeros que por negocio o turismo se dirigen al extranjero.

El DOT (Department of Transportation) justifica su renuencia a aprobar la continuidad de la alianza Delta-Aeroméxico en el hecho de que México ha violado el Convenio Bilateral de Aviación que ambos países firmaron en el 2015.

Claramente se ha notado, especialmente en el T-MEC, que este Gobierno piensa que estos acuerdos le otorgan a México todos los privilegios a cambio de nada y que no adquirimos obligación alguna.

Ignoran, por desconocimiento o mezquindad, que con estos acuerdos nos comprometemos como país a ajustarnos a ciertas reglas cuyo basamento es la equidad de trato. En pocas palabras, su cumplimiento resulta de primer orden y de ninguna manera pueden considerarlo los “genios” cuatroteístas algo opcional que depende de la conveniencia.

Para gobernar bien es preciso ajustarse a los lineamientos que marcan las leyes: no se puede gobernar por capricho, por ocurrencia o por simple empecinamiento.

¿De dónde sacaron los “genios” de la 4T que podían expulsar del AICM a las aerolíneas de carga sin que a su vez las nuestras padecieran el mismo trato?

¿A quién se le ocurre limitar por capricho la cantidad de vuelos que pueden operar en el AICM a un nivel ligeramente superior a la mitad de los que operaban antes?

¿Quién les dijo que es legal y aceptable forzar a las aerolíneas, aunque no les convenga y no quieran, a operar en el desangelado Felipe Ángeles?

¡Por supuesto que todos estos gazapos concatenados acarrearían consecuencias emanadas de las afectaciones a terceros! Sobre todo si a estos terceros, por ejemplo las aerolíneas norteamericanas, se les discrimina, limita y perjudica de manera unilateral y caprichosa.

Nos llama poderosamente la atención que estos señores de la Cuarta Transgresión se sientan omnipotentes y que con la mano en la cintura se pueden dar el lujo de un día aventarse un pleito con la DEA, el otro con el Presidente Biden, a quien “exigen” disculpas porque esta Agencia delata que hay evidencia de posibles aportaciones en dinero (de 2 a 4 mdd) a una campaña presidencial del Tlatoani Tabasqueño, y si acaso no completaran con estas “diferencias”, provocar simultáneamente la negativa del Departamento de Transporte de continuar permitiendo un trato igualitario a las aerolíneas mexicanas porque aquí en México discriminamos a las norteamericanas.

Ahora que debe notarse que mientras estos “genios” de las Cuatro Trastornaciones agarran pleitos que luego no sabrán cómo parar, la candidata presidencial del Frente, Xóchitl Gálvez, tuvo en su gira por Estados Unidos un éxito sólido, sobre todo entre los legisladores norteamericanos, a quienes si los cuatroteyeros hoy no les tienen consideración, más vale que les vayan agarrando, como mínimo, respeto.

 

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