León, al igual que cantidad de ciudades mexicanas, goza y sufre la movilidad vehicular. Ya por turismo, por negocios, por trabajo o ya por cuestiones familiares, pero vemos cruzar o quedarse temporalmente a quienes nos visitan. En artículo reciente comenté incluso la pertinencia o no de poner en León los “pases turísticos”, considerando ventajas y desventajas, como a nosotros nos lo exigen en la Ciudad de México o Guadalajara. También he dado cuenta de la estadística de afluencia de turistas y de cómo hacemos “movilidad” en esta hermosa ciudad, ya con bicicleta, moto, orugas o coche.

La cuestión es que lo que somos y tenemos se refleja en la movilidad. Ser amable se plasma en el estilo de manejo; no serlo nos identifica también. El asunto es que todos somos estereotipos en nuestro vestir y en nuestro manejo. La urbanidad, decían los abuelos, es el comportamiento que tenemos en las calles, y la cultura vial sería una consecuencia. Por eso los automovilistas a pesar de tener licencia, no siempre tenemos urbanidad; los motociclistas, menos. Y aunque no debemos manejarnos por prejuicios, lo cierto es que los retenes que hacen las autoridades deberían considerar algo de esto, pues la probabilidad como hija de la estadística les llevaría a identificar estereotipos de delincuentes y a detenerles en revisiones.

Será más preciso: así como en las “redadas” que hacen las autoridades en las calles, los retenes policiacos y de guardias nacionales bien podrían utilizar los estereotipos para ser precisos en identificar a los delincuentes, pues tienen conductas típicas y repetibles. Aunque todos estamos expuestos a estar en contacto con los malosos, solo podemos reducir la probabilidad a escapar de los estereotipos y de los horarios y lugares donde podemos ser asaltados, extorsionados o secuestrados.

Sí, cuando nos topamos con estilos de manejo agresivos estos corresponden, probabilísticamente, a personas agresivas. Lo contrario, también es cierto, pues el manejo a la defensiva corresponde a personas que toman cuidados preventivos. Los vidrios polarizados, las placas de Jalisco o Michoacán en camionetas, los vehículos tripulados exclusivamente por varios varones con estereotipos de gafas o cachucha, incrementa la probabilidad de que en los retenes encontraran a personas fuera de la ley. Esto quiere decir que no es difícil concluir que, a diario, en cualquier evento de tráfico estamos en contacto con personas que delinquen y que podemos identificar en su vestir, en sus ademanes, en su lenguaje, y si queremos evitar riesgos debemos aprender a identificar esos estereotipos y tomar distancia.

Cuando circulamos en la calle, los vehículos son un reflejo de nuestros valores. Allí están los valores que tenemos: los que desde el coche ponen música a todo volumen; quienes no hacen fila sino se meten a fuerza; los que tocan el claxon a todos; quienes manejan con una imagen de suficiencia y superioridad, entre tantas actitudes y que corresponden a estereotipos reales. Por eso los vidrios polarizados, el uso de placas vencidas, el no pago de verificación vehicular, el modelo del vehículo, son siempre reflejo de personas que respetan poco o nada la ley y que es probable infrinjan los reglamentos.

De la misma manera, el manejo en las carreteras en horas altas de la noche o en tramos donde estadísticamente se dan asaltos, incrementa la probabilidad de sufrir un robo. Si utilizamos por gusto camionetas de lujo o vestimos con prendas caras o mostramos joyería, sabemos que provocamos a la estadística para ser víctimas. Cuidarnos de motocicletas sospechosas. Permitir que los jóvenes se expongan en horas altas de la noche en ciertos antros, por ejemplo, incrementa la probabilidad de ser víctima al tener contacto con círculos de riesgo.

Hoy, las autoridades en su labor de inteligencia tienen la enorme posibilidad de utilizar la inteligencia artificial y la minería de datos para ubicar zonas, grupos, horarios, eventos donde se presentarán probabilísticamente los eventos y concentrar allí sus recursos. Esto es que en nuestro querido León, aunque no estamos en “zona de riesgo” por la delincuencia, sí estamos expuestos a riesgos como cualquier mexicano. Todo en este mundo es posible, pero todo es cuestión de probabilidad. Así que para reducirla, usemos la estadística de los estereotipos.

 

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