Uno de los grandes desafíos de los tiempos modernos radica en la eficiente administración de nuestras emociones. Los sentimientos positivos o negativos se traducen en descargas químicas venenosas o saludables, según sea el caso. Los seres humanos contaminamos o sanamos nuestra sangre con nuestros pensamientos.
La sangre tendrá un alto contenido de adrenalina al salvarse, por ejemplo, de la persecución de un león al trepar un árbol en el último momento, como será diferente al llenarse de endorfinas, las hormonas de la felicidad, al celebrar un evento entre contagiosas carcajadas. El flujo sanguíneo tendrá una mejor calidad si encontramos nuestra paz interior en un ambiente constructivo y reconciliador y a la inversa, si vivimos en un contexto tóxico, atenazados en episodios de ansiedad, nuestra sangre será una fuente de enfermedades de toda naturaleza, salvo que a diario la purifiquemos al instalar unos eficaces “drenajes mentales”.
El novelista que suscribe la presente columna, comenzaba a leer noticias tóxicas al despertar, antes del amanecer. No se percataba que ingeriría, todavía acostado, dosis descomunales de cianuro puro, una rutina que parecía no tener mayores consecuencias, sin darse cuenta que, a esas horas, la lectura de las notas de prensa, erosionaban su energía creativa y su entusiasmo para construir su existencia con optimismo.
Con tan solo abrir los ojos se encontraba con la falta de medicamentos, con la destrucción del sistema de salud, con el avance del crimen organizado y autorizado, en casi el 60% del territorio nacional; con la trata de personas, la venta de drogas, la extorsión territorial; con la novedad de que México ocupa el primer lugar en los “mercados criminales”, en una lista de 193 países. ¿Más? ¡Sí.! Que si AMLO ya superó los 180,000 homicidios dolosos en su “gobierno”; que si matan a un mexicano cada 15 minutos y desaparece otro cada hora, que si asesinan a 12 mujeres al día, que si el crecimiento económico es de un escaso 1% en el sexenio, el peor en los últimos 7 presidentes; que si López Obrador intentaría anular el 20% de los distritos electorales para poder anular la próxima elección federal, según lo prevé la ley, de modo que ante la ausencia de una presidenta electa, él aprovechara los vacíos constitucionales para no abandonar el poder; que si se trata de instalar una dictadura castrista; que si no hay vacunas para los pequeñitos; que si se derrocharon cientos de miles de millones pesos en obras suicidas o en la compra de voluntades electorales, en lugar de garantizar el abasto de agua, en el contexto de una amenazadora crisis de calentamiento global que estallará antes de las elecciones del 2 de junio. AMLO será el único responsable de la catástrofe hídrica al haber mutilado financieramente a Conagua y a otras instituciones afines.
Al percatarme del cotidiano envenenamiento de mi sangre, decidí dar un giro radical en mis rutinas para evitar la toxicidad con la que AMLO contagia a la nación. En lugar de infectarme de frustración, impotencia y rabia, ahora escucho a Mozart al despertar. Acto seguido, y con el ánimo de no dejarme contagiar con la ponzoña presidencial, salgo a caminar, a trotar y a correr a Chapultepec para no ser una víctima más de los rencores y de los odios de López Obrador, un hombre roto por dentro y que pretende romper cuanto le rodea.
No es lo mismo continuar en la batalla por México al despertar, que hacerlo después de escuchar música, hacer ejercicio, sonreír y desayunar, una vez ingerido un poderoso anti veneno para neutralizar la ponzoña y haber instalado un drenaje mental de varias pulgadas de grosor para expulsar melódicamente los venenos con los que AMLO inocula a la nación, dividiéndola, enfermándola, engañándola, amenazándola y extorsionándola.
Luchemos con cuanto somos y tenemos por nuestro país. Hay futuro. Nos vemos el próximo domingo 18 en más de 120 ciudades en el país, una prueba del poder social, imprescindible para echar al gran canal del desagüe los restos putrefactos de la 4T y de sus secuaces. No le permitamos a AMLO arruinar y amargar nuestra existencia, comencemos nuestra jornada con una sonrisa musical y deportiva sin dejarnos contagiar con los odios presidenciales. El 2 de junio expulsaremos a la mefítica 4T del poder con una sonrisa mozartiana y sin envenenarnos la sangre.