Escoge el que tenga mejor carácter le dije, el que se acerque primero a los barrotes de la jaula y busque tu cariño, porque así sabremos que es un gato sociable. Y así fue, en esa elección tan simple que llegaste tú, siguiendo con precisión las instrucciones.
No necesité tus palabras para dialogar contigo puesto que con tu lenguaje nos entendíamos complementando nuestras vidas, confirmando que las especies pueden acompañarse, sumarse con percepciones en una forma extraña de añadir.
¿Qué me añadiste tú, me pregunto? tu alegría contagiosa, tu amor que buscaba un dueño, tus ojos azules que me miraban profundo entendiendo mi interior y mis miedos, como si pudieras ver más allá, donde los otros no pudieron. Y mi corazón, no tuvo más remedio que hacerte un espacio para vivir en él, y ahora que ya te fuiste, sigas viviendo.
Hay eventos que debieran repetirse, seres que se precisa clonar, circunstancias que es urgente sacar del arcón y extenderlas como una opción para guarecernos de las tardes de frío, porque es necesario que se repliquen como un eco que reinstale el orden, una acción mágica que contradiga toda regla, porque simplemente no pueden morir sepultados en los días.
Creo que fue tu función cuestionar mi existencia, sacar a flote mi esencia, aseverarme que es necesario completarnos para dejar de ser medio hombres. Cuando encontré respuestas en tu cariño, tuve la sensación de ver con claridad, como si hubiera una figura en las nubes y la descubriera mirando al cielo, simplemente levantando los ojos dejando de ver al suelo.
Se hicieron tan fuertes esos lazos invisibles, que al romperse amordazaron mi corazón, ahora entiendo lo mucho que me haces falta, extraño tu presencia en mis días, sé que necesito mirarme en tus ojos para reconocerme y doblar la visión de mí misma. Sí, todo eso hiciste por mí y no sé si te percataste, si al menos te diste cuenta.
Te me hiciste una costumbre, te volviste cotidiano, previsible, y me olvidé de atesorar con calma todo lo que querías darme en un afán de prolongarte. Después, entendí que hay cosas invisibles como el aire e igualmente necesarias, y entonces te dejé ir sin condiciones, porque supe que permanecerías de todas maneras, sólo te di mis palabras para que te las llevaras por equipaje.
No necesito instrucciones para llegar a ti, tu senda está horadada en mis sentidos, gravada a base de cien pisadas, te veo con mi mirada interna que no necesita la realidad para seguirte mirando.
Hay seres como tú que continúan vivos en mí, eventos, palabras, circunstancias que vuelven con la fuerza de las mareas, como si una corriente marina me arrastrara internamente hacia el destino de tu amor entero conociendo la ruta. Algo así me sucede contigo cuando pienso en ti y siento la inmortalidad de tu afecto. Gracias por todo lo que me diste, gracias amigo, mil gracias.