Me traslado al final de los años 70 en que México salía de años de movilizaciones sociales, cuando la juventud salió a las calles a exigir libertad de expresión y de organización. 

Tlatelolco fue en 1968 el testimonio histórico de una generación que logró desatar esa fuerza social contenida en décadas, por un régimen autócrata, monolítico, que había construido el PRI sin permitir la competencia de otros partidos políticos ni elecciones libres, y donde su gran aliado, el ejército, salió a la calle a reprimir a los estudiantes. 

Parte de las juventudes católicas se habían expresado ya en las movilizaciones de 1968, aunque la misma iglesia había contenido su participación. Está documentado que la Ibero fue la universidad católica más activa en el movimiento, pues se tenía el miedo de que el “comunismo” pudiera llegar a México (el mundo estaba todavía dividido por la Guerra Fría y sería hasta 1989 que caería el Muro de Berlín).

Pero en la misma iglesia católica se gestaban movimientos universitarios que basados en la Doctrina Social de la Iglesia, participábamos en la necesidad de renovación como la que se dio en el Concilio Vaticano II y en la Conferencia del Episcopado Latinoamericano -Celam- en Puebla, en 1979. Aún con el conservadurismo del Papa Juan Pablo II, los movimientos progresistas dentro del catolicismo tomaban forma para abrir ventanas y traer vientos y caminos nuevos. La liturgia se modernizaba y el latín se dejaba de lado; animaban grupos musicales las misas; los grupos juveniles utilizaban dinámicas de grupos; los colegios se hacían mixtos; los seminarios y conventos se abrían a nuevas ideas. Habría costos: una salida enorme de religiosos y religiosas que dejábamos la vida consagrada en la búsqueda de una vida laica desde la vida de pareja y de familia.

El CUC (Centro Universitario Cultural) de los dominicos frente a la UNAM, el Cuvic (Centro Universitario de Vida Cristiana) de los Misioneros del Espíritu Santo en la iglesia del Altillo en Coyoacán, el CRUC (Centro de Reflexión Universitaria para el Compromiso) de los jesuitas en la colonia Roma en Ciudad de México, eran expresiones de las nuevas ideas. En 1962 nacía el MJC (Movimiento de Juventudes Cristianas) desde la experiencia del grupo III del movimiento Scout -uno de los más importantes y con mayor membresía en el País- y ubicado en la Ciudad de México. Dada la poca religiosidad que en ese tiempo tenía la Asociación Scout, la dirigencia decidió separarse de la agrupación Scout y formar MJC en mayo, cuyo objetivo era la formación integral de líderes cristianos, siendo el fundador del Movimiento, Jaime «El capi» Ibarra Aguilar, sacerdote diocesano. En 1964 se siente la necesidad de incorporar mujeres dentro del Movimiento, surgiendo lo que en un principio se llamó la sección femenina del MJC.

En 1975 Toño Gálvez, entonces Misionero del Espíritu Santo en el Altillo, compone en un retiro de los líderes del MJC en Valle de Bravo, el Himno del MJC. Él mismo compondrá los demás himnos del MJC y otros cantos como el de Eterno Viajero. En 1976 se intensifica y concluye la etapa de organización administrativa con la elaboración de los manuales para las tres distintas líneas que existían: Cadena, Escuadrón y Juvenil. Entonces se decide adaptar los sistemas de adolescencia a un equipo mixto para niños de 6 a 12 años e inicia el Proyecto Conquista para incorporar la etapa de niñez en el esquema general de formación.

En el Cuvic conocí en 1978 al MJC (Movimiento de Juventudes Cristianas), ya animado por los misioneros del Espíritu Santo en el Cuvic del Altillo, y en 1981 invito a uno de ellos, Alejandro Loera, a colaborar en el Instituto Don Bosco para formar coros juveniles. 

En 1979, Alfonso García Cantú M.Sp.S. (conocido como “El Padre Poncho”), asesor espiritual de MJC, es trasladado a León y decide trabajar el esquema del Movimiento, con el sistema de “Escuadrón”, y es así como al año siguiente se forma el primer equipo fuera de la Ciudad de México: el Escuadrón McKinley. En 1984 se funda en León la Cadena Hannover de la Zona Teoixco, que esta semana celebró sus 40 años con una hermosa fiesta con cientos de exalumnos. 

En el 2020, Perlita, una de las jefas de MJC estudiaba Ecoturismo en Universidad Meridiano y les invité a que tuvieran una sede fija y segura, y es así que los salesianos les dan casa en Valdocco en Chapalita y son ahora sus capellanes en León. 

Hermosa historia de MJC, grupo al que invito a que lleven a sus hijas e hijos a este maravilloso ambiente juvenil, ya en Explora, ya en Metropolitano o con nosotros, en Valdocco, los sábados por la tarde.

 

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