Para el 14 de febrero del 2020, el periódico AM dio cuenta de que los leoneses saturaban los moteles del amor: “Largas filas de autos, de parejas de enamorados, esperaban ocupar una habitación adornada con globos, muñecos de peluche, corazones y flores. Estas imágenes fueron captadas entonces por reporteros en sus recorridos por la ciudad en el Día del Amor”. 

“Las grandes pasiones son enfermedades incurables”, decía Goethe. Pérdida de sueño y apetito, hiperactividad, son algunos síntomas que sufren los enamorados. Sin restar méritos al romanticismo, se han identificado una serie de sustancias químicas hormonales y neurotransmisoras que están implicadas en la pasión amorosa.

La doctora Fisher señala que el amor es la emoción más deseada y a la que han prestado más atención poetas y cantantes, sin saber que los responsables de esa sensación son  hormonas y neurotransmisores. Aunque, el amor tal y como se conoce e interpreta ahora, probablemente sea una invención del siglo XII. Antes, las personas se casaban por otras razones y no por amor. Entre la nobleza, con el matrimonio buscaban alianzas estratégicas; en el resto de la gente el propósito se limitaba a tener familia y atender las necesidades y tareas del hogar. Las primeras historias paradigmáticas de amor, como Romeo y Julieta, son clásicos producto de la imaginación del autor.

La doctora y antropóloga Helen Fisher, profesora e investigadora de la Universidad de Rutgers, New Jersey, identifica en el cerebro humano los tres aspectos fundamentales del amor: Lujuria, atracción y unión. La lujuria (deseo desmedido sexual) es producto de la testosterona, que es la causante del impulso inicial que induce a buscar pareja. Luego viene la atracción, el enamoramiento que se atribuye a bajos niveles de serotonina y a la dopamina, neurotransmisores cerebrales que se relacionan con la sensación de bienestar. Cuando el amor se consolida, el vínculo y la atracción tiene que ver con otras sustancias llamadas oxitócica y vasopresina.

En alguna religión, la lujuria es considerada como un pecado capital. Sin embargo, los que no creen en esas moralinas dicen que la lujuria es el placer más grande que pueden experimentar los seres humanos y que además, sería el pecado más divertido de todos. De lo que se puede estar seguro es que debe  enamorarse y gozar de la vida con las mieles del amor, porque el amor es un complemento que alegra la vida y brinda la energía creativa necesaria para podernos comunicar y ver el mundo de otro color.

La antropóloga define el enamoramiento como una cumbre química que suele terminar en 18 meses, aproximadamente; probablemente, porque el cerebro produce menos sustancias o porque los receptores se adormecen. Para el momento en que esta energía ha engendrado a un hijo, el cerebro ya ha pasado a la siguiente fase, la unión, un estado caracterizado por sentimientos de seguridad, comodidad y unión espiritual con una pareja estable. La unión es el sentimiento más duradero, mucho más que la lujuria o el enamoramiento.

Fisher ha estudiado 58 culturas de todo el mundo, comprobando que en todos los lugares las pautas de las relaciones amorosas eran similares. El estudio constató  que el momento en que una pareja tiene mayores probabilidades de divorciarse se ubica en el cuarto año de relación, que es el plazo más habitual del divorcio, tras el matrimonio. Así elaboró la teoría del ciclo reproductor de 4 años. Fisher cree que el periodo de amor se acaba en este ciclo de la temporada de reproducción ya que considera que es el tiempo en que un hombre y una mujer deben permanecer juntos al menos hasta que su hijo camine y deje de ser amamantado por la madre para que pueda ser cuidado por otros.

Un estudio de ochocientos neoyorquinos locamente enamorados, con euforia, hiperactividad, pérdida de apetito y sueño, reveló que todos sufrían, además, de un pensamiento intensivo-obsesivo: “no puedo dejar de pensar en ti”, como la letra de muchas canciones de amor. Lo anterior es producido por la falta de serotonina y dopamina en el cerebro.

“El amor es un sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser”: Goethe. Los románticos seguramente se inclinarán a pensar que el amor viene del corazón; los de visión científica querrán ver los neurotransmisores y hormonas enamorándose químicamente; usted podrá escoger lo que más le acomode. De lo que sí estoy seguro es que el amor nos completa, alegra, nos brinda energía para vivir, comunicarnos y crear. 

“Morir de amor…” sería la mejor manera: Pierda el sueño, el apetito y vea el mundo de color de rosa, ya sea por la química de los neurotransmisores o por romanticismo, pero viva las tres etapas del amor a plenitud: Lujuria, atracción y unión.

 

RAA

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