“No estás solo. Nunca estás solo. Todos estamos juntos en esto”
Sangu Delle
En el panorama global actual, la salud mental emerge como un asunto de inaplazable atención, cuyas repercusiones trascienden el ámbito personal para influir decisivamente en la economía de las naciones.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la depresión aflige a más de 300 millones de individuos globalmente, siendo la causa principal de discapacidad en el terreno de la psique y un factor gravitante en la ideación suicida. Anualmente, cerca de 800,000 vidas se pierden por suicidio, lo que representa la segunda causa de defunción entre jóvenes de 14 a 29 años a escala mundial.
Un estudio sobre el panorama epidemiológico en México indica un alarmante incremento en la prevalencia de depresión durante la adolescencia, con un ascenso más pronunciado en mujeres que en hombres. Innumerables casos reportados muestran afectaciones en el rendimiento escolar y, en ciertos casos, un aumento en la incidencia de conductas suicidas. Dentro del colectivo adolescente diagnosticado con depresión en el último año, el 60% ha recibido algún tipo de atención básica, pero solo una minoría ha accedido a tratamientos especializados o servicios de salud mental. Además, la falta de recursos o prejuicios culturales impiden que muchos jóvenes reciban la ayuda necesaria.
Este escenario revela tres desafíos fundamentales: en primer lugar, la estigmatización de la psiquiatría, con enfermedades mentalmente aflictivas históricamente marcadas por un rechazo cultural, impidiendo así la búsqueda de asistencia profesional. En segundo término, la insuficiencia presupuestaria para la atención psiquiátrica, evidenciada por datos del Centro de Investigación Económica Presupuestaria (CIEP) en México, donde el financiamiento para salud mental ha sido escaso y sujeto a recortes en años recientes.
En tercer lugar, destaca la imperiosa necesidad de fortalecer la atención primaria en salud mental, lo que implica no solo promover la medicina preventiva a nivel hospitalario, sino también implementar intervenciones comunitarias y programas educativos para la prevención.
En México, únicamente la mitad de los adolescentes con depresión son diagnosticados antes de la adultez. Esto equivale a aproximadamente 2.5 millones de jóvenes entre 12 y 24 años afectados por esta condición. La Dra. Nelly Cecilia Capetillo Ventura, psiquiatra enfocada en la infancia y adolescencia, destaca que dos tercios de estos jóvenes no son diagnosticados adecuadamente, y de los que lo son, solo la mitad recibe tratamiento pertinente.
Las familias mexicanas enfrentan el creciente costo de atención de las enfermedades mentales, una de las afecciones más comunes. Con una inflación persistente, se prevé que los costos hospitalarios continúen en ascenso en 2024, según el informe de tendencias médicas globales de WTW (Willis Towers Watson Consultores). Se anticipa un incremento del 11.6% en los costos médicos en América Latina, con los trastornos mentales entre las cinco patologías de más rápido aumento en costos e incidencia para los próximos 18 meses, incluyendo la ansiedad y depresión, seguidos por enfermedades cardiovasculares, diabetes y otras condiciones metabólicas y nutricionales.
Previo a la pandemia de Covid-19, la Secretaría de Salud estimaba en 15 millones el número de mexicanos con trastornos mentales, cifra que la OMS calcula que ha aumentado 25% post-pandemia. Este deterioro del bienestar emocional, psicológico y social es palpable en cómo los profesionales de la salud enfrentan el estrés, gestionan relaciones y toman decisiones, siendo la ansiedad, depresión y trastornos del ánimo los problemas más comunes, desplazando a las adicciones que previamente predominaban.
Ante este contexto, es crucial recalcar la necesidad de desestigmatizar la salud mental, incrementar la asignación presupuestaria para su atención, y potenciar la prevención y el tratamiento oportuno. La salud mental no debe ser vista como un lujo o una opción secundaria, sino como un componente esencial del bienestar integral de la población.
Enfrentamos un momento decisivo para reestructurar y reforzar los sistemas de salud mental. Es imperativo que los gobiernos, organizaciones y la sociedad en su conjunto, reconozcan la salud mental como una prioridad, inviertan en programas de prevención y tratamiento, y promuevan la educación y la conciencia sobre este tema vital. Los datos son claros: no podemos permitir que el estigma y la falta de recursos sigan siendo barreras para quienes buscan y necesitan ayuda.
Los próximos años serán fundamentales para cambiar el panorama de la salud mental en México y en el mundo. La salud mental de hoy es la piedra angular del progreso humano del mañana. No es solamente una cuestión de salud pública, sino un imperativo económico y social que requiere nuestro máximo compromiso y acción inmediata.
¿Ustedes qué piensan, estimados lectores?
#SaludMental #México #OMS
(Éctor Jaime Ramírez Barba es médico especialista en Cirugía General, certificado en Salud Pública, doctorado en Ciencias de la Salud y en Administración Pública, y es diputado reelecto del grupo parlamentario del PAN en la LXV Legislatura).