“¿Qué tengo yo que ver con todo esto?”.
José Ramón López Beltrán
Este 24 de febrero José Ramón López Beltrán, hijo del presidente López Obrador, se quejó en X: “En las últimas horas, he sido objeto de un acto de invasión a mi privacidad, a través de la filtración de mi número de teléfono. Este acto, que entiendo como una forma de venganza, no solo me afecta a mí, sino que también pone en peligro a mi familia. ¿Por qué buscan vengarse exponiendo mi teléfono? ¿Qué tengo yo que ver con todo esto?”.
La queja suena hueca a la luz de las posiciones de su padre. El 23 de febrero Jésica Zermeño, periodista de Univisión, le preguntó por qué había expuesto el teléfono de la reportera Natalie Kitroeff del New York Times. Porque “ustedes hacen un periodismo faccioso. Univisión, el New York Times, el Washington Post, el Financial Times, el Wall Street Journal, aquí el Reforma“. ¿Fue un error la revelación del número de teléfono? “No, no, no”. ¿Volvería a divulgar el teléfono privado de un periodista? “Claro, claro, claro, cuando se trata de un asunto en donde está de por medio la dignidad del presidente de México“. ¿Y la ley de protección de datos personales? “Por encima de esa ley está la autoridad moral, la autoridad política. Y yo represento a un país y represento a un pueblo que merece respeto”.
No es esta la primera vez que AMLO manifiesta su desprecio por la ley. “Y que no me salgan con el cuento de que la ley es la ley“, ha declarado. Poco le importa haber jurado “guardar y hacer guardar la Constitución. y las leyes que de ella emanen”. Aunque antes rechazaba el fuero, hoy afirma que no solo está protegido por un fuero especial, sino que por su alta dignidad tiene derecho a violar las leyes. Es un retorno al concepto de monarquía absoluta de Luis XIV, quien escribió: “El bien del Estado es la gloria del rey”.
No solo fue José Ramón. Han sido divulgados también los teléfonos de Claudia Sheinbaum y Xóchitl Gálvez, y las dos han sido objetos de amenazas. AMLO ha abierto un juego perverso en el que ya no hay protección de datos personales. Aun así, afirmó que la divulgación del teléfono de su hijo fue un acto “vergonzoso”.
El presidente dice que el Times lo calumnió, pero esto solo revela que no leyó el reportaje o no lo entendió. El artículo señala únicamente que hubo una indagación de autoridades estadounidenses sobre posibles vínculos de narcotraficantes con colaboradores de López Obrador, mucha de cuya información provenía de “informantes cuyos recuentos pueden ser difíciles de corroborar y que algunas veces terminan siendo incorrectos”. Tres “funcionarios” no identificados dieron los detalles y “el señor López Obrador negó todos los alegatos de los informantes”. Washington “nunca abrió una investigación formal sobre López Obrador” porque no parecía tener “apetito para dar seguimientos a los alegatos en contra del líder de uno de los principales aliados de Estados Unidos”. Nada hay de falso o calumnioso.
López Obrador, sin embargo, se sintió agraviado por un cuestionario para conocer sus puntos de vista para el artículo, lo cual es una práctica de buen periodismo. Enfurecido, leyó las preguntas en la mañanera y reveló el teléfono de Kitroeff. Declaró que no lo hizo por error y que lo hará con cualquier reportero que le resulte molesto. Este 24 de febrero añadió: “No aceptamos que haya injerencismo [sic] de ninguna agencia extranjera [ni] del periodismo internacional, por famoso que sea”.
López Beltrán tiene razón de quejarse de la divulgación de su teléfono; lo mismo Kitroeff, Sheinbaum y Gálvez. Cuando un presidente dice que está por encima de la ley, pone a todos en riesgo. Si el presidente no respeta la ley, nadie tiene por qué hacerlo.
Contraferia
El Fondo de Cultura Económica, editorial financiada por el gobierno, ha continuado su guerra contra la Feria del Libro de Minería de la UNAM. El gobierno retiró los apoyos a Minería, mientras respalda al Fondo en una contraferia en el vecino Palacio Postal, donde con dinero gubernamental ofrece una competencia desleal.
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