Lucas 16, 19-31
~ Hijo, recuerda que recibiste tus bienes durante tu vida y Lázaro, al contrario, males ~

Jesús se dirige a los fariseos, amigos del dinero. Es probable que también se dirija a nosotros, si tomamos en cuenta que en ocasiones olvidamos estas dos cosas que nos enseña la parábola: la primera es que Dios ama a los pobres y los levanta de su humillación, a pesar nuestro; la segunda, que nuestro destino eterno está condicionado por la actitud que tomemos frente a los demás.

La doctrina del premio para el pobre en la otra vida nos parece lejana. Es mejor así. Era doctrina farisea. Cristo cambió esa doctrina; proclamó su bienaventuranza para los pobres en esta tierra (6,20).

Creo que estaremos bien si, además de dar cuenta del pobre miserable ––en los nuevos Lázaros que encontramos––, tomamos en cuenta al pobre cristiano, y nos hacemos pobres al estilo de Cristo.

Hagamos que nuestra doctrina sirva para la vida. Escuchemos a Jesús en las Sagradas Escrituras, busquemos acercar nuestros proyectos de vida, nuestro trabajo, nuestra vida familiar, a la voluntad de Dios; si no, después de la muerte será demasiado tarde. Ya no podremos incidir en nuestro futuro.

La condición sociológica que vivimos hoy no define sin más nuestro destino final; el rico Epulón no se condena por ser rico, sino por no estar abierto a Dios. Y el pobre Lázaro no se salva por el solo hecho de serlo, sino porque espera la salvación en Dios.

Escuchemos las Palabras de Dios, entre pobres y ricos. Eso sí ayuda para la vida eterna.

Oración:
Señor Jesús, gracias por recordarme que de nada sirve vivir sin tu Palabra. No permitas que me desentienda de tu voluntad; de manera especial, cuando quieres que ayude a mis hermanos. Amén.

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