“El pez que nunca sale del agua no sabe lo que es agua”.
Ignacio Solares
“No hay día cero”, declaró el jefe de gobierno capitalino, Martí Batres, el 21 de febrero. “La Ciudad de México tiene una diversificación, tiene una diversidad de fuentes, en la propia ciudad y otras fuentes que existen en otros lugares”. La crisis de agua es una invención de los “conservadores”. “Como es temporada electoral., la oposición está tratando de construir artificialmente un tema. Los que tienen una situación de emergencia son los de la oposición conservadora. Ellos traen una emergencia porque va avanzando el tiempo. y no es que no les caiga agua, es que no les caen votos. La oposición conservadora trae una fuerte sequía de votos y por eso trae este discurso”.
Supongo que hay un punto en el que Batres tiene razón. Un “día cero”, en el que súbitamente deje de salir agua de los grifos, es una escena que quizá ocurra en una película de ciencia ficción, pero no en la realidad. El valle de México obtiene agua de muy diversas fuentes. Además del sistema Cutzamala, hay infinidad de pozos regulares e irregulares.
Algunas comunidades han sufrido su día cero desde hace mucho tiempo, otras enfrentan intermitencia en el servicio, millones tienen que comprar agua en pipas, algunas están empezando apenas a sufrir la escasez. No hay un día cero, sino muchos.
La sequía es una de las razones principales de esta situación. Llevamos varios años en que las lluvias han estado por debajo de los niveles históricos. Este pasado mes de febrero el nivel de las presas del sistema Cutzamala alcanzaba solamente el 39 por ciento. En los mejores años, al empezar la primavera había niveles de 80 por ciento. El 30 de noviembre de 2018, un día antes del inicio de este gobierno, el sistema Cutzamala registraba un almacenamiento de 98.9 por ciento.
Pero el problema del agua de la Ciudad de México, como el de Monterrey o el del país, tiene también que ver con malas políticas públicas. Los gobiernos se han preocupado más por regalar agua para comprar votos que por hacer inversiones para mejorar la infraestructura hídrica.
En febrero de 2012 se incorporó a la Constitución de nuestro país el “derecho humano al agua”. En 2017 la Constitución de la Ciudad de México no solo estableció el derecho al agua, sino que decretó que “el servicio público de potabilización, distribución, drenaje y abasto de agua será proporcionado por el Gobierno de la Ciudad a través de un organismo público”. Y añadió: “Este servicio no podrá ser privatizado”. Esta disposición borró de un plumazo 8,125 millones de pesos en inversión privada programada en plantas potabilizadores, controles y telemetría. El afán de control de los políticos se traduce en una menor inversión en agua.
El fallecido Carlos Urzúa, primer secretario de hacienda de AMLO, lamentó en su último artículo que al presidente le importara más el petróleo que el agua. En el presupuesto de 2024, señaló, se dedican solo 63 mil millones de pesos a Conagua, una reducción del 13 por ciento sobre 2023, a pesar de la crisis hídrica. En cambio, la cantidad para mantener a flote a Pemex, que debería ser una empresa rentable, es de 140 mil millones de pesos en 2024.
Algunos integrantes de la 4T se están dando cuenta del desastre que se está generando. Alfonso Ramírez Cuéllar, de la campaña de Claudia Sheinbaum, ha declarado que la gestión del agua del país requiere de una inversión de 80 mil millones de pesos anuales. Quizá sea muy poco. La Coparmex de la Ciudad de México ha propuesto invertir 70 mil millones de pesos solo en la capital. Lo absurdo, sin embargo, es que tengamos en la Ciudad de México una constitución que prohíbe la inversión privada para enfrentar este reto fundamental.
Acapulco
Por primera vez desde que golpeó el huracán Otis, el 24 de octubre de 2023, los hoteles de Acapulco están llenos. Si bien son solo unos cuantos, el Abierto Mexicano de Tenis ha hecho el milagro. Organizadores y hoteleros han logrado lo que parecía imposible: tener un torneo internacional de tenis solo cuatro meses después.
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