Si bien la diplomacia no es una ciencia, sí es una rama de la política que se encarga del estudio de las relaciones internacionales, basadas, digo yo, en la concordia, la cortesía y el respeto entre las naciones.
Con López Obrador como primer mandatario de México, se inauguró una forma de relaciones internacionales que fueron a lo opuesto de la diplomacia y que de pronto, sus expresiones, nos ponían a temblar a más de uno.
Una muestra reciente (y no será la última en lo que resta del sexenio) es el condicionamiento de su presencia en la Cumbre de Líderes de Norteamérica, a celebrarse en Quebec en abril.
El condicionamiento primero fue que los dos países (especialmente el gobierno de Estados Unidos) no apoyen la campaña sucia en su contra por parte de los “conservadores”, y de lo que ha señalado que tienen financiamientos desde EU.
Luego Obrador indicó, casi casi, que no va de plano a la Cumbre luego de que el Gobierno de Canadá anunció que se retomará el visado de mexicanos que van a ese país, esto por el incremento exponencial de solicitudes de asilo (en las que se argumenta más que la necesidad de trabajo, la inseguridad en nuestro país).
Una reunión de tal magnitud no se puede desdeñar por parte de los tres países, que con el T-MEC conforman uno de los bloques comerciales más amplios y poderosos del mundo.
En la Cumbre referida no se habla solo del aspecto comercial sino de otros temas de importancia, y es ahí donde nuestro Presidente podría aprovechar para hacer esas solicitudes y señalamientos.
En el ámbito comercial, el T-MEC significa nada más y nada menos que el 55% de nuestro PIB, según lo señala el Consejo Coordinador Empresarial. El coraje de Obrador proviene de los reportajes sobre la supuesta financiación de sus campañas con dinero del crimen organizado.
Si uno de los mandatarios falta, entonces ya no será trilateral sino bilateral y se descompone el triángulo.
AMLO no defendió a México en contra de Donald Trump, quien sostenía que los migrantes mexicanos eran asesinos y violadores y por ello proponía construir el muro a lo largo de la frontera entre ambos países.
Luego de que incluso Obrador defendió a Trump en los juicios que se llevan en su contra en Estados Unidos, hasta ahora más recientemente declaró no estar de acuerdo en sus propuestas de control migratorio.
Pero en la antidiplomacia, López tiene un largo historial y solo recordemos que de pronto “pausó” la relación con España, y como la canción de José, dijo que había que darnos tiempo, para el respeto y para que no nos vieran como tierra de conquista, aparte de que no nos habían pedido perdón por los excesos durante la Conquista.
El ex Canciller Marcelo Ebrard en todo momento estaba “desfaciendo” entuertos internacionales, tapando un hoyo cuando el Presidente abría otros dos.
A la Cumbre de las Américas López no asistió porque el organizador no invitó a los tres mandatarios (dictadores) Maduro, Ortega y Diaz-Canel.
Cuando se trató de gobiernos de derecha hubo señalamientos e intromisión indirecta, pero cuando se trató de gobiernos de izquierda e incluso potencias como Rusia y China, no hubo señalamientos ni confrontación.
Con nuestro principal socio comercial y cultural como Estados Unidos, la relación ha sido operativa a fuerza, pero nunca diplomática en el sentido que yo entiendo como la concordia, la cordialidad y el respeto.
La diplomacia tampoco se debe de entender como una forma de ser condescendientes con los abusos de unas naciones contra otras débiles. En la diplomacia se puede ser enérgico, pero con las formas, los canales y las palabras adecuadas.
Espero que la Diplomacia (con mayúscula) se retome en nuestro próximo sexenio, por lo que todos deberemos participar y, el Día D, salir a votar.