“El éxito es una jornada y no un destino. Hacer es más importante que el resultado”.
Arthur Ashe
Este 2 de marzo terminó el Abierto Mexicano de Tenis cuando el australiano-español Alex de Miñaur se coronó campeón por segundo año consecutivo. Fue un gran torneo, con participación de algunos de los mejores tenistas del mundo, pero esta vez tuvo un significado especial. Fue el primer gran evento en Acapulco desde la entrada del huracán Otis, con categoría 5, el 24 de octubre de 2023, que dejó cuando menos 50 muertos y 30 desaparecidos. Se convirtió en símbolo del deseo del puerto de salir adelante.
Es imposible permanecer indiferente ante la devastación que se percibe todavía en Acapulco. Los edificios con ventanales rotos, las casas y negocios destruidos parcial o totalmente, se ven por doquier. Todo acapulqueño tiene historias dramáticas que compartir, narraciones de valentía y perseverancia frente a la adversidad.
El Abierto generó recursos para Acapulco. Este pasado 28 de febrero, Santos Ramírez, secretario de turismo del estado de Guerrero, declaró: “Hemos calculado una derrama económica única de unos 400 millones de pesos, aproximadamente, no comparable todavía a la cifra del año anterior, pero es muy buena para la cantidad de habitaciones que se tienen disponibles y para la reconstrucción y reactivación que está teniendo la ciudad”. La ocupación hotelera podría haber alcanzado un 90 por ciento de las todavía pocas habitaciones disponibles.
No ha sido fácil para los hoteleros regresar a operar. El Princess, tradicional sede del torneo, sigue cerrado. Según el secretario Ramírez, el vecino Pierre Imperial, antes Pierre Marqués, “habilitó más de 200 habitaciones, Mundo Imperial 850, Torre Perla 100. Hay villas AirBnb, traen entre 2 mil y 2,500 unidades de hospedaje. Se rehabilitó el hotel Emporio [y el] Playa Suites”. El gerente general de Las Brisas me cuenta que, después del huracán, los 250 empleados del hotel realizaron trabajos de reparación y tuvieron el apoyo de otros 300 trabajadores de la empresa que llegaron de otros lugares. “Todos nos dedicamos a eso. Dejamos de ser meseros o gerentes. Todos ayudamos a reparar el hotel”. La Arena GNP fue reconstruida a velocidad extraordinaria y estuvo impecable al comenzar el torneo, con sus 10,500 asientos, aunque nunca se llenó.
Los destrozos en todo Acapulco son mayúsculos. Las calles principales han sido despejadas, pero quedan daños estructurales importantes, como en la carretera escénica que une la zona Diamante con la bahía. Ahí se están llevando a cabo trabajos de reparación en un socavón que hizo que se desplomara una parte de la vía.
Muchos acapulqueños buscan ayuda gubernamental y han realizado manifestaciones y bloqueos de avenidas, como la Costera, para protestar por la falta de ayuda o porque las autoridades no han realizado de manera adecuada los censos que permitirían entregar apoyos gubernamentales. Otros, la mayoría, simplemente tratan de retomar sus actividades, cuando estas todavía subsisten.
El Abierto ha llamado la atención del mundo. La Asociación de Tenistas Profesionales, ATP, donó 10 mil dólares a la Fundación Construyendo. Stefanos Tsitsipas, el tenista griego, anunció que donaría mil dólares por cada servicio as, y sumó 15 antes de ser eliminado en cuartos de final. Lo que más ha apoyado, sin embargo, es la actividad económica generada por el torneo.
Pasarán años para que Acapulco se recupere totalmente, pero ha superado ya la primera prueba. Ha sido sede, con calificación sobresaliente, de un torneo de tenis de nivel mundial. Más adelante recibirá la Convención Bancaria y el Tianguis Turístico. Estoy seguro de que lo hará muy bien.
Trenecitos
A los políticos mexicanos les encanta jugar con trenecitos, quizá por carencias de su infancia. En su primer discurso de campaña la candidata Claudia Sheinbaum prometió que impulsaría los trenes de pasajeros, como su jefe López Obrador. Nunca se preguntó si serán rentables o si afectarán el servicio de carga tan importante para la economía nacional.
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