“Andrés Manuel dice que estos son montajes. Bueno, estos montajes no los tiene ni Steven Spillberg”.
Roberto Rojo, ambientalista
Primero el presidente López Obrador afirmó que el Tren Maya se construiría sin derribar un solo árbol. Animal Político, sin embargo, dio a conocer información de Fonatur que presuntamente reconocía la tala de 3.4 millones de árboles hasta febrero de 2023. Otros cálculos suben a 8 y 10 millones el número de árboles cortados. La organización CartoCrítica usó imágenes satelitales para mostrar que, para junio de 2023, cuando menos 6,659 hectáreas habían sido deforestadas.
AMLO declaró después que el ferrocarril utilizaría un “diésel ecológico”, producto que simplemente no existe. Quizá el combustible que se utilizará en 54 por ciento del recorrido del tren sea bajo en azufre, pero esto no significa que sea ecológico. Tampoco será limpio el 46 por ciento del recorrido que utilizará energía eléctrica. La electricidad en México se genera principalmente con combustibles fósiles. Las nuevas plantas eólicas y solares que ya estaban listas para generar no han sido conectadas a la red para no competir con la CFE.
Los ambientalistas que se oponen al Tren Maya, unidos en una organización informal conocida como #SélvamedelTren, han exigido de manera reiterada un encuentro con el presidente en la zona de construcción para mostrarle los daños que él dice que no existen. López Obrador aceptó primero, pero no en la ruta del tren, porque dijo que los ambientalistas tenían “un propósito político o politiquero”. Anunció que los recibiría en Palacio Nacional, pero después canceló la reunión porque afirmó que los grupos “conservadores corruptos” la aprovecharían para su causa.
Los ambientalistas han difundido ahora videos que muestran cenotes perforados con pilotes de cimentación. El presidente ha negado que sean reales. “No se deje usted sorprender porque son muy falsarios estos pseudoambientalistas. No vea usted los videos, son especialistas en montajes”. Los ambientalistas han respondido con un nuevo video que exhibe cómo por los pilotes gigantes que atraviesan los cenotes escurre aceite negro. “Andrés Manuel dice que estos son montajes -declaró en el video el biólogo Roberto Rojo del Círculo Espeleológico del Mayab, mostrando una mano cubierta de aceite–. Bueno, estos montajes no los tiene ni Steven Spillberg“.
Todos los intentos por ocultar el daño ambiental ocasionado por el Tren Maya han resultado infructuosos. Se entiende. El proyecto se lanzó sin estudios de factibilidad económica ni manifiesto de impacto ambiental. El presidente no se molestó en escuchar a los especialistas. Encargó el proyecto a los militares porque las empresas ferroviarias advirtieron que no sería rentable. Además, lo declaró un tema de seguridad nacional para ocultar la información. El gobierno ha desobedecido varias suspensiones y ha mantenido los trabajos a pesar de las órdenes de los jueces. Lo único que importa es concluir antes de que termine el sexenio. El presidente quiere inaugurarla, a pesar de que ya inauguró el 15 de diciembre el primer tramo, pese a que las estaciones no estaban funcionando.
Lo peor de esta tragedia ambiental es que no hay esperanzas de que el tren pueda ser rentable. Los ferrocarriles de pasajeros casi nunca lo son. El Tren Maya no lo habría sido aun si hubiera cumplido con su presupuesto original de 120 mil a 150 mil millones de pesos. A un costo de 500 mil millones, no hay siquiera una esperanza. López Obrador quedará en la historia como el presidente que destrozó la ecología del sureste para construir un proyecto faraónico que acumulará pérdidas para los mexicanos.
Avión vs tren
Los vuelos de bajo costo son muy competitivos frente a los trenes de pasajeros incluso en Europa. Según el Financial Times del 6 de marzo, un vuelo París-Barcelona tiene un precio de 65 euros con 100 minutos de vuelo contra 193 euros y 400 minutos del tren. Un vuelo Londres-París cuesta 50 euros y requiere 60 minutos; el mismo trayecto en tren es de 128 euros y se lleva 140 minutos.
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