Este es el año electoral más importante en la historia moderna del mundo. 4 mil millones de personas en más de 50 países van a votar, entre ellos México y Estados Unidos. Será un reto inédito para la democracia. Pondrá a prueba la solidez de las instituciones electorales y las costumbres democráticas. Con la desinformación y la manipulación como herramientas electorales, el año examinará la capacidad del votante de discernir y su voluntad de participar.
Las consecuencias no podrían ser más grandes.
No es una exageración decir que este año decidirá el rumbo político, cultural, económico y social del planeta en lo que resta del siglo.
En este contexto de enorme trascendencia, ninguna variable será más reveladora que el comportamiento de los votantes jóvenes.
¿Decidirán participar en los procesos electorales o preferirán la apatía? Si participan, ¿cuáles serán los temas que los lleven a las urnas? ¿Qué motivará su voto? Y más importante todavía: ¿entienden a cabalidad lo que está en juego? ¿Están lo suficientemente informados –es decir: conocen suficiente la historia de sus países y del mundo– como para votar de manera racional?
Un reportaje reciente en el Washington Post sobre la política europea sugiere que los jóvenes han olvidado las lecciones de la historia. O al menos han optado por descartarlas. El Washington Post recoge el caso de Portugal, en el que el partido de extrema derecha “Chega” ha registrado un notable aumento de respaldo entre los votantes de 18 a 34 años. Si las tendencias recientes continúan, “Chega” –antiinmigrante, restrictivo de derechos como el aborto– podría convertirse en el partido más popular entre los jóvenes portugueses.
¿Por qué ha crecido “Chega”? En parte, porque los jóvenes tienen agravios reales, no atendidos por los partidos más moderados.
El costo de la vida y la vivienda; un desencanto palpable con la economía. Pero hay otros factores. El primero es una clara ignorancia de la historia. El reportaje del Post comparte sondeos que indican que los jóvenes portugueses no conocen (ni recuerdan, evidentemente) la vida durante la larga dictadura que terminó en 1974. Como no conocen el precio de perder la libertad no tienen incentivos para defenderla.
Lo que sí tienen, en cambio, es el incentivo de la frivolidad. “Chega” ha crecido también porque cuenta con políticos tiktokeros que son celebridades en redes sociales. El atractivo del oropel moderno junto con la estridencia de políticas radicales –por ejemplo, nacionalismos rabiosamente opuestos a la migración– parece estar encontrando un peligroso eco en Portugal y otros lugares de Europa, como Austria, Países Bajos y Francia.
Los jóvenes europeos parecen querer la restauración de represiones pasadas.
Y esto obliga a una pregunta urgente. ¿Qué quieren los jóvenes mexicanos? ¿Qué impulsa su voto? ¿Cómo conseguir su respaldo? Está claro que Movimiento Ciudadano apuesta por atraer desde la superficie, desde el resplandor de los tenis fosforescentes y la cultura de Instagram. Habrá que ver hasta dónde llega ese (digamos) argumento. Otros apuestan a la misma amnesia colectiva que aqueja a los jóvenes europeos. En México, la democracia ha perdido prestigio. A los jóvenes parece importarles menos que a sus padres si México vive en democracia.
En parte, me temo, se debe a que han olvidado las lecciones del México del PRI. Un votante nacido en el año de la alternancia tiene hoy 24 años. ¿Recuerda lo que fue el PRI? ¿Sabe cómo el partido hegemónico hundió a México en años de lo que fue la famosa “dictadura perfecta”? ¿Conocen la historia de 1988 y la lucha por la democracia? Parece poco probable. Y si eso es poco probable, ¿cómo van a encontrar los focos de alarma en el endurecimiento del nuevo sistema político mexicano, con su propio partido hegemónico, con sus propios modos autoritarios, tan claramente similares a lo que parecíamos haber superado? Como no conocen la historia, se han condenado a repetirla.
En parte, les hemos fallado nosotros, las generaciones que les antecedieron. Es nuestra responsabilidad explicar lo que fue para que no lo sea de nuevo. Parece que no lo hecho bien.
Por lo pronto, con la coyuntura electoral ya en puerta, lo que resta es hacer un llamado a la participación joven. No importa el sentido del voto. Importa el voto. Que los jóvenes voten de manera desinformada sería una derrota para la democracia mexicana. Pero que no voten lo sería mucho más. Al fin y al cabo, este país es suyo ya. Aunque no lo vean con la claridad necesaria.
@LeonKrauze