“Lo peor es cuando los avispados generadores compulsivos de ocurrencias se niegan a contrastarlas con la realidad y encima se empeñan en hacerlas pasar por innovación”.
Xavier Marcet
La candidata presidencial de la oposición Xóchitl Gálvez ha dicho que de ganar las elecciones cerrará la refinería de Cadereyta, Nuevo León, y la Francisco I. Madero de Tampico, Tamaulipas. Jorge Álvarez Maynez de Movimiento Ciudadano ha propuesto cerrar la de Cadereyta y la de Tula, Hidalgo. El presidente López Obrador, un entusiasta de las refinerías, respondió este 10 de marzo: “Una persona dijo que había que cerrar la refinería de Tula, otra más dice que no, que mejor cerrar la de Cadereyta y la de Tampoco. Hoy [10 de marzo] el presidente municipal de Cadereyta dijo que no permitirá que se cerrara la refinería de ese municipio. De modo que ya la libramos porque no se cerrará ninguna, dado que la de Tampico no existe“.
Ninguna refinería debería cerrarse, o construirse, por mera ocurrencia. Una planta de cientos de miles de millones de pesos requiere de decisiones sustentadas en estudios serios. El alcalde de Cadereyta, Cosme Leal, no tiene las facultades para decidir si una refinería se debe cerrar o no; Pemex no es de su propiedad. Los habitantes de la región, afectados por la contaminación, deben también tener una oportunidad de incidir sobre la decisión. Por otra parte, decir que “la de Tampico no existe” es un engaño. La refinería Francisco I. Madero sí existe y es muy contaminante; está ubicada en Ciudad Madero, municipio que forma parte del área conurbada de Tampico.
El presidente escribió también sobre las refinerías: “Recordemos no solo al general Cárdenas sino también al presidente Adolfo López Materos, que en 1960 nos advertía: ‘No se confíen porque en años futuros algunos malos mexicanos identificados con las peores causas del país intentarán por medios sutiles entregar de nuevo el petróleo y nuestros recursos a los inversionistas extranjeros”.
Más que lanzar argumentos contra los “malos mexicanos”, lo importante es determinar si conviene o no a los dueños de Pemex, los mexicanos, mantener las actuales refinerías. Es indudable que el sistema pierde dinero, y no poco. En 2023 Pemex Transformación Industrial (PTI) tuvo una pérdida neta de 74,021 millones de pesos, después de otra de 163,594 millones en 2022 (Pemex, “Resultados al cuarto trimestre 2023”, anexo, p. 19). Las pérdidas netas de 2019 a 2023 suman ya 692,552 millones.
Nos dicen los políticos que no importa, que lo realmente relevante es que la refinación se haga en México por una empresa del gobierno para “preservar la soberanía nacional”. Pero esto es una ocurrencia. Las pérdidas acumuladas por PTI en este sexenio son superiores a los presupuestos sumados de educación y salud, 641,206 millones de pesos, de este 2024 (SHCP, “Criterios”, P. 117). Al cierre de 2023 el patrimonio de PTI era negativo en un billón 5,924 millones de pesos. El “negocio” de refinación y transformación representa la mayor parte de las pérdidas y del patrimonio negativo de Pemex, de un billón 553,484 millones. PTI está arrastrando a Pemex a la quiebra.
Las refinerías no se pueden cerrar por ocurrencia, pero tampoco se deben construir así, como Dos Bocas, a sobreprecio, sin entender el mercado, lejos de los centros de consumo, sin contar siquiera con ductos para suministrarle crudo y sacar refinados. La contaminación del aire es un elemento que se debe considerar, pero hay muchos más.
El verdadero lastre a la soberanía es tener un sistema de refinación que genera pérdidas tan importantes. Si hubiéramos usado los casi 700 mil millones de pesos que ha perdido TPI en el sexenio para salud y educación en mucho habríamos ayudado a los mexicanos. y a la soberanía nacional.
Otros datos
Cadereyta “no está fuera de norma, está por debajo de la norma”, dijo ayer el presidente. No sé a qué norma se refiera, pero hay estudios del Centro Mario Molina y de Semarnat que señalan los problemas de contaminación de la refinería. Habrá que ver los otros datos de AMLO.
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