La violencia electoral regresó a Chilapa a las 10:30 de la noche del 12 de marzo de pasado. A esa hora, el candidato de Morena a la presidencia municipal, Tomás Álvarez Patrón, volvía de una asamblea informativa que se llevó a cabo en la comunidad Cuadrilla Nueva de Chilapa.

Al bajar de su automóvil, un viejo Pointer de color rojo, Álvarez Patrón fue interceptado y recibió dos tiros en la cabeza.

Chilapa fue el municipio donde más agresiones sufrieron los integrantes de partidos durante el proceso electoral de 2021.
Al aspirante perredista a la alcaldía, Antonio Hernández, hombres armados lo acribillaron en el interior de su negocio de venta de materiales de construcción. Al también aspirante, pero de Morena, Orencio Bello lo asesinaron a tiros en la carretera Chilpancingo-Chilapa.

El río de sangre se llevó las vidas de las precandidatas del PRD y el PRI Antonia Jaimes Moctezuma y Dulce Rebajas Pedro. Tres operadores del PRI, del PRD y de Morena, también fueron abatidos.

A principios de 2019, una comitiva de pobladores del municipio, y de integrantes del colectivo Siempre Vivos intentó entrevistarse con el subsecretario de Gobernación Alejandro Encinas y con el presidente López Obrador. Ninguno de los dos los recibió.
Querían denunciar la crisis humanitaria que la guerra entre Los Rojos y Los Ardillos había desatado en el municipio desde tres años antes. Sangrientas masacres estremecían la región.

Los Ardillos habían decidido extender su dominio desde Quechultenango y expulsar del municipio al líder de Los Rojos, Zenén Sánchez Nava, que había fincado su bastión en Chilapa desde inicios del sexenio de Enrique Peña Nieto.

Los males cundieron: el despojo, el secuestro, el abigeato, las decapitaciones, los descuartizamientos y la quema de casas. La zona se llenó de pueblos fantasma y los cerros se poblaron de fosas.

En aquel 2019 los pobladores entregaron en Palacio Nacional un documento que contenía el organigrama de Los Ardillos: sus nombres, sus apodos, sus domicilios. Les dieron un papel de recibido y se comprometieron a buscarlos. El colectivo denunció más tarde que nada ocurrió.

Más de 1,300 personas fueron asesinadas en Chilapa. Otras 400 desaparecieron.

Ese año, Chilapa quedó bajo el poder de Los Ardillos y sus tres jefes: los hermanos Celso, Antonio y Jorge Iván Ortega Jiménez.
En ese municipio la muerte forma parte del paisaje diario.

En abril de 2022 el país se estremeció con la imagen de seis cabezas abandonadas en el toldo de un Pointer gris. Los cuerpos, en bolsas de plástico, habían sido colocados dentro del vehículo. Había un mensaje de Los Ardillos: “La plaza tiene dueño y se respeta”.

Poco después aparecieron varios cuerpos desmembrados con este mensaje: “No que se les olvide que yo los hago y yo los deshago”.

Celso Ortega Jiménez es el personaje que apareció en un video desayunando con la alcaldesa de Chilpancingo, Norma Otilia Hernández. El mismo que hoy controla seis municipios de la Montaña y que ha extendido su poder sobre Chilpancingo, incendiando negocios y taxis, y desatando la extorsión masiva entre los vendedores de carne de pollo, de res y de cerdo.
El mismo que abandonó seis cabezas sobre el toldo de un coche para exigirle a la alcaldesa Hernández el cumplimiento de acuerdos. El mismo que en julio pasado lanzó contra Chilpancingo a más de dos mil integrantes de su organización, para sitiar el Congreso del estado y el Palacio de Gobierno.

El horror de Chilapa abarca ya seis años del gobierno de Enrique Peña Nieto y otros seis del gobierno de Andrés Manuel López Obrador: son los años de impunidad de Celso Ortega Jiménez en el municipio donde la peor violencia electoral se desató en 2021.

En 2016, restos humanos calcinados fueron esparcidos en el barrio de San Juan. Había una cartulina firmada por Los Jefes.
En la misma semana en que esto ocurrió un nuevo mensaje señaló al entonces presidente municipal, el priista Jesús Parra García, de brindar protección a una operadora de Los Ardillos: Mercedes Carballo Chino. La revista Proceso dio cuenta de la aparición de aquel mensaje.

Carballo Chino es cuñada de Celso Ortega Jiménez, el líder de Los Ardillos.

Hoy hace campaña por el PRI, como candidata a la presidencia municipal de Chilapa. Su antiguo protector, el exalcalde Jesús Parra García, figura como candidato a la diputación local del 25 distrito.

“Todo el poder para Los Ardillos”, dicen en Chilapa, donde el rumor es que el morenista Tomás Álvarez Patrón fue asesinado a fin de abrirle paso a la cuñada de Ortega Jiménez y garantizar el reinado, por otros tres años, de este grupo criminal.

 

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