Continuando con el relato de la entrega pasada, en la Escuela Preparatoria de León, en los años 1967 a 1969, entre otros compañeros que también es grato recordar están Gustavo Araiza Castro, Carlos Fuentes Díaz, Carlos Chico Sánchez, fallecido hace algunos años, y Manuel Díaz Infante Márquez, a quienes agrupo porque su común denominador fue haber logrado las magistraturas en el Poder Judicial Estatal, en el caso de los tres primeros y en el Poder Judicial Federal, el último. También llegó a ser Magistrado, pero en el Tribunal Contencioso Administrativo el compañero Pedro López Ríos, cuya característica era haber estudiado antes en el Seminario y creo que tenía un poco más de edad que la generalidad. Pedro se distinguía por estudioso, muy serio y en ocasiones no compartía las formas de diversión y entretenimiento propios de la edad de los demás (16 a 18 años), realizó una gran trayectoria en lo académico y en el área de investigación en la Universidad de Guanajuato, logrando incluso algunas publicaciones, así como su doctorado en Derecho; ahí laboró también Francisco Montiel Domínguez, en actividades docentes y administrativas.

Otro conjunto de buenos y esforzados condiscípulos fuimos  quienes tuvimos la fortuna de ser aceptados para realizar prácticas, a la vez que ayudábamos a las labores en el Juzgado Primero Penal, gracias a la generosa aceptación de la Lic. Leticia Hernández Granados; me refiero a los entonces jóvenes Vicente Arias Anaya, Guillermo Domínguez, quien por cierto llegó a ser Presidente Municipal de su natal Purísima del Rincón, así como un compañero de apellidos Cortés Gallegos cuyo nombre de pila no recuerdo, también Carlos Fuentes y quien esto escribe; aunque de todos ellos logramos obtener el trabajo con una plaza de escribientes solo los dos últimos, allí empecé o nació mi gusto por el Derecho Penal.

Entre los que se inclinaron por el ejercicio de la Administración de Justicia puedo destacar a Lupe González Olvera, a Mario Álvarez Bocanegra y a Jesús González Robledo, quienes lograron ser Jueces en materia civil, penal y el último, Secretario de Acuerdos de un Juzgado Federal, ahora ya jubilado. 

Antonio Rojas Reyes junto con Porfirio Francisco Javier Suárez Huerta oriundo de Romita, al igual que su servidor ingresamos a la UNAM, un año después, montamos un departamento donde compartimos la vivienda hasta el término de mi carrera. Suárez Huerta ya falleció y se dedicó en la localidad a la comercialización de vinos y licores.

Otros amigos también destacados fueron los que denominábamos “grillos” que ganaron las elecciones en la Sociedad de Alumnos, encabezados por Adalberto Serna Gamiño, presidente y Antonio Barrón Alatorre, secretario, los cuales se fueron a radicar el primero a Celaya y retornó a León y el segundo, a Zacatecas, donde destacó mucho en el gremio de abogados y falleció aquí en León, en la casa de su familia en San Juan de Dios. También colaboraron en la directiva Mario Casanova Casas, en Deportes, José Luis Vera Vivero, Roberto Méndez y Trinidad Cabrera; no recuerdo los cargos. Por los primeros meses de 1968 empecé a escribir una breve columna semanal de cotorreo a invitación del Sr. Arturo González en el Sol de León que denominó “Espejo Estudiantil”, en donde comentábamos los eventos deportivos, sociales y culturales de la comunidad estudiantil local.

Los preparatorianos José Luis Ponce, Juan Manuel Hidalgo, Lorenzo Garnica, José de Jesús Zúñiga (siempre con una mano vendada no sé porqué), “El Güero” Rangel de Yuriria, Gustavo Lozano muy noviero, así como José Lucas Ambrosio Valadez López, también compartimos dos años de convivencia estudiantil; Ambrosio nos llevaba a una nevería-cafetería de sus padres ubicada a la vuelta del Arco de la Calzada y lo llegué a acompañar a un local de venta de zapatos que tenía su padre en la calle Comonfort; al señor lo recuerdo medio gordito con sombrero de fieltro y muy orgulloso porque ya tenía un hijo de nombre Herón que era abogado, sacaba dinero de su bolsa y se lo daba a José Ambrosio, al mostrarle sus boletas de calificación.

Los compañeros que sé, también han fallecido, son Felipe Hernández Granados, José Luis Jiménez Abreu y Cutberto Moreno Vázquez, no sé de algún otro, pero seguro en la semana recibiré información. Otros como Nicolás Moreno Ortuño, René Lira Ramírez, José de la Luz Liñan, Roberto Guani, Aurelio González Cornejo y Antonio García Esteves, aunque no convivía cercanamente con ellos, formaban parte del grupo: a Aurelio (hijo de Don Arturo González) lo recuerdo con unas gafas gruesas con mucha graduación, a José Luis y a Juan Antonio en la parte del patio derecho jugando frontón. En general todos exitosos en su vida actual y bien formados. Buena generación, sería mi apreciación.

Con justa razón me han llamado varios de los mencionados para recomendarme no deje de referirme a los maestros que nos brindaron sus valiosos conocimientos y muchas gracias al Lic. Armando Vieyra Flores por traer al despacho algunas fotografías; por ello la próxima semana ya le daremos cierre a esta serie de relatos simples y sin ambages, pero que nos da una idea de la significación de nuestra Escuela Preparatoria de León con un alto porcentaje de sus egresados que alcanzaron la profesionalización.

 

RAA

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