Triste comentar esta historia catastrófica que ha hecho caer en los últimos 8 años, entre el 75% y 80% de su Producto Interno Bruto a Venezuela. Recuerdo el original sueño de Simón Bolívar de que toda la América Latina fuese una sola, quien liberó de la Corona Española a Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela. Con la victoria de la revolución chavista en 1998, hubo un renacimiento de ese sueño hacia una prosperidad para las mayorías, lo que se construyó gracias al liderazgo de Hugo Chávez, líder militar con ideales nacionalistas, con un proyecto personal que creció debido a su carisma y a sus dimensiones de héroe mítico frente a una población mayoritariamente pobre que creyó en él.
Pero el radicalismo populista del proyecto fue terminando la utopía. Por sucesivos viajes a Caracas y a la zona del Amazonas, en los periodos críticos de su historia reciente, fui como muchos, a compartir la ilusión de que pudiera hacerse realidad el que las mayorías vivieran mejor. Pero no fue así. Aún con el cerco informativo al que ha sido sometida la sociedad venezolana, sabemos que ha sido una década de un proyecto que tuvo sus orígenes en lo mejor de la herencia de Bolívar y que terminó siendo una dictadura unipersonal primero con Chávez y ahora con Maduro. Hoy quedan pocas alternativas ya para este gran País donde el dictador Maduro controla al Congreso, al poder judicial y al órgano electoral con el soporte de millones de apoyos sociales que entrega al pueblo.
Aunque la economía venezolana está detenida, Venezuela tiene hoy precios altos del petróleo y PDVESA produce ya algo del hidrocarburo. Venezuela tendrá elecciones este año para el periodo 2025-2031, el domingo 28 de julio, aunque los principales candidatos de la oposición han sido inhabilitados por Maduro para participar en las elecciones durante la campaña o en elecciones anteriores. Lo que pase en Venezuela tiene mucho que ver con México, pues el “socialismo del siglo XXI” parecía el camino deseable para economías con enormes diferencias sociales que concentraran en el Estado la dinámica económica. Pero allá cometieron grandes errores al destrozar la macroeconomía, con reformas agrarias e industriales que no se tradujeron en productividad, sino en la pérdida de la producción nacional en medio de una enorme corrupción.
En este espacio siempre defendí la revolución bolivariana y su proyecto por considerarlo factible y enfocado a las mayorías, pero sigue la catástrofe humanitaria, económica y social como resultado de irresponsables políticas populistas. Me duele la realidad de cantidad de amigos talentosos que han debido emigrar como 4 millones más, a Argentina, a Ecuador, a México, en busca de mejores horizontes. Una historia triste para Venezuela es la simulación electoral que hace Maduro para mantenerse en el poder más allá del 2025. Ya tiene 11 años en él y quiere eternizarse. Tiene elecciones controladas, sin participación de la oposición y con órganos electorales que le darán la victoria. Hoy con países en contra y un pueblo hambriento por la economía rota, el tirano quiere, como Chávez, hacerse eterno.
Maduro mantuvo el proyecto bolivariano basado en su imagen, en su persona, en sus decisiones, en derramar subsidios y nada en ganarse a las clases medias y empresarios que incentivan la producción y que participaran en el poder. Grave error querer hacer a un ser humano a semejanza de un dios. Maduro regala subsidios sin crear mecanismos que incentiven la productividad individual y la inversión privada, lo que generó que el aparato productivo se colapsara. Todo esto hizo que al final el proyecto venezolano polarizara a la población en medio de un modelo económico centralmente planificado que terminó haciendo improductivas a las empresas nacionalizadas ahuyentando a los capitales nacionales y extranjeros provocando una inflación galopante traducida en especulación y desabasto de alimentos.
Una causa del fracaso del proyecto social venezolano es que no se puede gobernar orientados al pueblo sin incluir a las clases medias y que el proyecto socialista que buscaba construir un mundo mejor, debió partir de liderazgos centrados más en el líder (por bueno que fuera) que en el proyecto. Maduro seguirá en el poder y el éxodo de sus talentosos jóvenes y emprendedores, seguirá en aumento y el sueño bolivariano se irá con ellos.