Con la entrega de hoy culmino la trilogía sobre esos años de la Escuela Preparatoria de León de 1967 a 1969 a que me he estado refiriendo. 

Gracias a los comunicados y llamadas de los compañeros Aurelio González Cornejo, quien propone convocar para la realización de una comida con todos los integrantes; mis condolencias aunque tardías a los familiares del Lic. Antonio Rojas Reyes que nos informaron de su fallecimiento; por último, gracias al compañero Roberto Méndez, de San Felipe, Guanajuato, porque ahora también ya supe por qué el vendaje que usaba en su mano Jesús Zúñiga. Dicho lo anterior, pasemos ahora a recordar a las muchachas del Bachillerato de Leyes.

Primeramente me referiré a dos compañeras con las cuales conviví y departí durante los dos ciclos anuales, me refiero a Patricia Zaragoza Martínez, mujer de tez morena clar,a de pelo negro largo hasta debajo de los hombros, figura esbelta y delgada de estatura aproximadamente 1.62 mts., y con una cara angelical, ojos grandes y sonrisa a flor de labios, muy estudiosa, alegre pero sobre todo con facilidad para las relaciones sociales. Siempre que íbamos a su casa por el rumbo de la Calzada de Guadalupe ponía discos con la música del momento y su mamá nos ofrecía agua fresca, ahí pasábamos a veces algunas tardes estudiando o haciendo tareas o simplemente platicando, escuchando música y ensayando algunos pasos de baile; en otras ocasiones Armando Vieyra llevaba su guitarra y hasta cantábamos; creo que Patricia se casó en la Ciudad de México, pero me han comentado que regresó a León y aquí radica, hace mucho tiempo que no la veo; la otra compañera a quien mencioné es a Perla Artemisa Chávez Fonseca, por ser la hija menor de la maestra Fonseca, ya fallecida, muy estimada en la Escuela Normal de León; Perlita era materialmente “un cascabelito” por su permanente alegría y entusiasmo que desbordaba, muchas veces preparábamos los exámenes en su casa con la benevolencia y grata atención de su mamá y de sus hermanos; ahí llegamos inclusive a tomar los tres alimentos, pero de ninguna manera nos sentíamos abusivos, pues había una hermandad entre los compañeros Antonio Candelas, Constantino Maciel y Armando Vieyra Flores con ella. Olvidaba que fue nuestra madrina en el Quinteto Musical Preparatoriano.

Enseguida es prioritario referirme a nuestra reina Margarita Verduzco, de la cual conservo una fotografía del día de su coronación, mujer preciosa, amable y refinada, recuerdo que fuimos algunas veces a su casa por la Colonia Arbide, desde que nos graduamos, ya nunca la volví a ver; si alguien la frecuenta, avíseme por favor para saludarla.

La compañera Margarita de la Tejera Escudero, según algunos amigos comentaron que contrajo matrimonio con uno de nuestros maestros de la preparatoria, creo que con un ingeniero de apellido Albarrán, no recuerdo bien. A María del Rocío Anaya Velázquez la ubico muy bien por su delgadez y además porque era hija del C.P. Anaya, quien daba clases en la Escuela Prevocacional que estaba a espaldas de la Escuela Preparatoria en donde me había impartido clases por haber cursado ahí la secundaria; Susana Scheleske Rubio, a quien he continuado saludando y conviviendo con ella estos últimos años, también vivía por el rumbo de la Arbide y era una chica muy dulce, muy guapa, pero que ninguno de los compañeros, a pesar de que había muchos que suspiraban por ella, se animaba a propoponerle noviazgo, quizás por su seriedad, distancia que solía marcar y su posición social; no sé si se juntaba con Lupita Rojas Martínez y Margarita Navarro, pero Lupita vivía por el rumbo del Blvd. Venustiano Carranza y hace algunos años supe que se dedicaba a los asuntos y cuestiones de carácter fiscal, se le veía mucho por el rumbo de las oficinas del SAT en donde la llegué a saludar; Guadalupe García Vargas y Lourdes Aída Guerrero Quiroga juntábanse a la salida de cada clase y convivían poco con las demás compañeras, me parece que Guadalupe usaba lentes graduados y de Lourdes Guerrero solamente tengo un recuerdo difuso como una muchachita de aspecto muy serio y de tez morena oscura, poco convivimos; y por último, Carmen Bertha González Ramírez, quien falleciera muy joven, ejerciendo como abogada litigante en la localidad.

Este era el ramillete de solo once féminas entre sesenta y cinco varones que nos disputábamos el liderazgo y reconocimiento en nuestra Escuela Preparatoria.

Me quedó muy poco espacio para hacer una relatoría digna de cada uno de nuestros maestros pero mencionaré en primer lugar al Lic. Tomás Bustos Muñoz, hombre que dejó una huella muy grande en varios de nosotros por su erudición e influencia, quizás lo único reprochable es que reclutaba a los jóvenes para el PRI municipal, pero en contraparte el profesor J. Jesús Ojeda, excelente filósofo, hacía lo propio para el PAN; el brillantísimo y mejor maestro que tuvimos en el Bachillerato, según coincidimos todos, fue el Lic. Alejandro Hernández Cancino; son memorables también los maestros Padre José Zárate, Carlos Navarro Valtierra, Bernardo García Durán, Margarita Zamora, Dr. Guevara, Heliodoro Rizo, Dr. Zavala, Antonio Candelas, Félix Vilches, Rafael Ávila Pérez, Ángela Bruneliere, Ing. Albarrán, Horacio Matehuala, Leticia Hernández Granados y Arcelia Chávez Fonseca. Un reconocimiento para ellos, y gracias.

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