En este primer fin de semana sin Alcaldesa y ya con Alcalde (se fue Ale de licencia y entró al relevo Jorge), tenemos el día Mundial del Agua que en León -la ciudad a la que le tocó vivir el drama (no encuentro otro término) del agua- tiene una connotación especial por ser dos millones de sedientas historias las que sufriremos en los años siguientes su escasez.
Naciones Unidas definió el 22 de marzo como el Día Mundial del Agua para rendir homenaje a este recurso y fomentar medidas para hacer frente a la crisis mundial del agua. Uno de los ejes del Día Mundial del Agua gira en lograr el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 6: agua y saneamiento para todos de aquí a 2030. Y aunque parezca un “sueño guajiro” (casi todas las causas buenas lo son), tendremos que tender a lograrlo, pues las Naciones Unidas celebran anualmente para destacar la importancia del agua dulce.
Naciones Unidas publica el Informe Mundial sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos y da orientaciones de políticas públicas a las instancias decisorias nacionales.
Pero no es fácil celebrar en León, pues particulares y organizaciones civiles deberíamos participar en la campaña pública mundial, promoviendo el ahorro y uso eficiente a través de comunicaciones, actividades de promoción y redes sociales. En una ciudad cercana al “Día Cero” como lo es León, con presas y represas vacías y reservas subterráneas agotadas, deberíamos llegar a miles de personas y participar en eventos, conversaciones y debates, creando conciencia para arrancar acciones de cuidado del agua.
La ausencia de enfoque de todos hacia la realidad de la falta de agua en León se incrementa en el periodo de la primavera, hasta que en junio se olvida cuando llueve. Veremos el agua de lluvia pasar por el Río de los Gomez sin captarla o infiltrarla; buscaremos reforestar en la ciudad cuando en la Sierra no lo hacemos. Pero los proyectos concretos que requerimos, como: un sistema de pipas de agua reciclada, incremento de “líneas moradas”, incentivo a ahorradores a cuenta de pagos, pozos de absorción en grandes superficies, sistemas de captación de agua de lluvia, represas y bordos para “sembrar agua” en la parte alta de la sierra, legislación que castigue y premie el consumo, reglamentos constructivos que obliguen a fraccionamientos y viviendas al reciclamiento de agua, todos, son acciones indispensables.
Sabemos que a la base todo el cuidado del agua es educación, cultura, valores que nos toca hacer realidad. Para mí, AMLO pasará a la historia como el ser humano que al ignorar el convenio federal-estatal-municipal para traer agua a León desde la Presa el Zapotillo, decidió -en ese resentimiento que tiene hacia esta ciudad donde tiene bajos niveles de aceptación-, llevarla solo a Guadalajara. Pero nosotros podemos dejar una herencia perversa a nuestra descendencia al no tomar acciones para prolongar la vida del acuífero. La deforestación y el incremento acelerado de población (que cubre ya las partes altas de la sierra norte desde Los Castillos hasta Punta del Este), se refleja en el desbalance hídrico del manto freático.
No me cansaré de hablar del modelo que refleja el comportamiento de la cuenca y en la necesidad de democratizar el agua en León para cambiar el perverso esquema de formación del Consejo de Sapal formado desde siempre solo por empresarios relacionados con el desarrollo inmobiliario, la industria intensiva en agua como la curtiduría y el sector construcción, y permitiera que haya por primera vez representantes del pueblo y expertos técnicos quienes opinen sobre el agua, que al final, es de todos. Realizar una consulta popular es algo que ojalá haga Ale en su segundo periodo como Alcaldesa. Debe tocar a ella “democratizar el agua”, abrir el Consejo de Sapal y realizar una consulta ciudadana, dedicando un porcentaje del presupuesto participativo a proyectos innovadores sobre ahorro y uso eficiente del agua.
Celebrar localmente el agua, es participar activamente en acciones para que prolonguemos la vida al acuífero y a la maltrecha Sierra de Lobos donde sus encinos sufren “estrés hídrico” y se vencen al calor. Recordar al Día Mundial del Agua, es tener acciones para el cercano “Día Cero” de León donde el valor inmobiliario se desplomaría y la población migraría a otras latitudes donde haya disponibilidad de agua. Al igual que sobrevivimos a las grandes inundaciones como la de 1888, León encontrará soluciones para lo que ahora es paradójicamente, la falta de agua.