¿Cuántas veces hemos presenciado tragedias porque nos negamos a escuchar? ¿Cuántas oportunidades hemos dejado pasar, para lamentarnos cuando ya es demasiado tarde? ¿Es acaso un pecado de omisión cuando somos conscientes del peligro y del daño, y aún así optamos por la inacción? ¿Se equipara esta actitud a un delito premeditado y ventajoso?
Estas son reflexiones que surgen ante el reciente suceso que nos entristece a muchos: la sequía de la presa El Palote, un emblema en el Parque Metropolitano. Esta sequía no solo amenaza con desencadenar problemas ante las altas temperaturas, sino que expone una serie de deficiencias, omisiones en la gestión gubernamental pasada y presente, así como en el actuar ciudadano respecto al vital recurso. Mientras la crisis hídrica atrae a curiosos, cientos de hogares pertenecientes a muchas colonias de la ciudad de León enfrentan el desabasto de agua. Dicen las noticias que el estacionamiento repleto de vacacionistas confirma el suceso, como algo genial, otros caminan hasta el antiguo casco disfrutando con una paleta de hielo; algunos más pasean asintomáticos, ajenos en ese gran paisaje desértico, y muy pocos reflexionan, como esta estudiante, quien dijo:
“Me cuestiono cómo es que vamos a tener agua en nuestros hogares, porque como está la presa no hay nada de abasto, yo creo que ya llegamos al día cero”. Esta dolorosa sequía que afecta al Palote, al igual que la otrora y bellísima presa de San Miguel Allende más otras más, garantiza problemas. Es importante reconocer que si bien el mal uso que nosotros como ciudadanos, podemos hacer en nuestra vida diaria es crucial, definitivamente es tema que atañe directamente a los gobiernos quienes han decidido de manera consciente ignorar la crisis hídrica, la cual es sin duda, un asunto de seguridad nacional.
El parloteo y la búsqueda de chivos expiatorios no resolverá ni minimizará la gravedad de la situación. En estos tiempos de elecciones no escucho de manera concreta, las acciones que tomarán los aspirantes ante este grave riesgo que está estrechamente ligada con la seguridad y la salud. La falta de inversión en infraestructura hídrica, así como la ausencia de lluvia aunada a una inconsciencia ciudadana: arrojar basura por las calles, prender fuego a lotes y terrenos baldíos, la falta de saneamiento y medidas preventivas para el manejo de presas, el abuso de agua en los procesos industriales nos ha sumido en este peligro. Es inaceptable reconocer la inexistencia de controles para empresas con altos consumos de agua (como las refresqueras y cerveceras) además de alentar aperturas como la próxima y cercana a Celaya, misma que se mantiene en niveles de secrecía.
Otra vez, las medidas no llegan o se hacen tarde y, aunque soy partidaria del desarrollo económico, este debe de estar razonado considerando la óptima utilización de los recursos naturales vitales, de lo contrario seguimos cargando una pistola que está lista a disparar; pues aunque hoy crean que estos lucrativos acuerdos son un éxito personal, a la larga no habrá riqueza que pueda comprar una botella de agua para saciar la sed, o ¿usted qué opina?