Cuando el Capitán de la Nave anuncia: ¡Aguas que viene turbulencia! Lo mejor es dar por hecho que la brincadera estará fuerte y que más vale apretarse el cinturón.
El lunes se habrán enterado por éste su periódico, estimados lectores, que la Subgobernadora del Banco de México, nuestro Banco Central, Irene Espinosa, alertó que México enfrentará en el futuro inmediato “Un panorama más complejo del que veíamos antes”.
“Hoy en día tenemos vientos en contra que no teníamos” afirmó la economista, citando la inflación subyacente en servicios que no ha cedido, una política fiscal expansiva (esto es gasto gubernamental creciente) y una fuerte demanda interna.
A lo anterior se suman los incrementos salariales decretados recientemente con fines electorales, pero que tendrán -obviamente- un impacto fuerte en la inflación vía la demanda “in crescendo”.
Si nos permiten, estimados lectores, agregamos un comentario propio relacionado con la “política fiscal expansiva”. Esto es un gasto gubernamental creciente que no está soportado en mayores ingresos. Si dicho gasto hubiese sido destinado a inversiones productivas no preocuparía en demasía, se podría incluso decir que representa una inversión rentable.
Tristemente el incremento en el gasto es un explosión en el gasto corriente, esto es el gasto que no es productivo, pues una buena parte del “gasto extra” se dedica a financiar las dádivas, mismas que incluso se adelantaron para tocarle diecisiete mil pesos por piocha a los jubilados y cantidades nada despreciables a los ninis, a lo cual debe sumarse el gasto estrepitoso destinado a las obras “emblema” del Señor de Macuspana, la Refinería Dos Bocas, que sigue consumiendo recursos sin producir nada, el Tren Maya, cuyo costo se ha incrementado hasta alcanzar cifras astronómicas que no se recuperarán jamás. ¡y que además se descarrila! Un AIFA que mueve menos pasaje que la Central de Autobuses de Pénjamo, así como fuertes inyecciones de recursos a Pemex, empresa que está más quebrada que el último buñuelo de la Cesta.
Vientos adversos, mis estimados lectores, pues quien se siente en el trono tronado del Emperador Lopezuma le tocará lidiar con problemas que requerirán la toma de decisiones riñonudas.
PEMEX, por ejemplo, esta empresa carga con una deuda inmensa (algo así como 110 mil millones de dólares) ello cuando su producción va en picada: apenas y supera hoy día los 1.5 millones de barriles diarios. Esto es la mitad de lo que producía cuando Fox era Presidente y estuvo a punto de desaforar a Lopezuma por desacato a un amparo judicial.
Aparejado a su baja producción y enorme deuda, tenemos que en lugar de gasolinas modernas avienta de sus refinerías que funcionan al 48% de su capacidad un 30% de combustóleos, producto altamente azufrado y contaminante que nadie y que en un golpe de “genialidad” el hombre inteligente y conocedor que tanto admira el Che Milei ha decidido que lo consuma la CFE para producir electricidad. Envenenando nuestra atmósfera, generando enfermedades respiratorias y cánceres en la población y complicando más la subsistencia de Pemex, pues lo que requiere es producir gasolinas limpias, lo cual no puede hacer por la obsolescencia de sus refinerías. Con la resultante que importamos cerca del 70% de las gasolinas que se consumen en México.
Esta situación no la solucionará Dos Bocas ya que requiere iniciar su proceso transformativo con crudo ligero, y actualmente México produce una gran preponderancia de crudo pesado pues eso es lo que vomitan los “nuevos” yacimientos ya que Cantarell, la ex gallina de los huevos de oro de Pemex, que producía crudo dulce, se está agotando y cada vez resulta más costoso y complicado extraer el preciado crudo ligero.
Pemex debería ser un gran impulsor de la economía de México pues en teoría nuestro subsuelo contiene una gran riqueza, pero quebrada como está no cuenta con los recursos para explorar, para incorporar tecnología de punta y explotar la fabulosa riqueza que se encuentra en nuestro subsuelo.
Si nuestro Gobierno no ha logrado en 90 años hacer de Pemex una empresa altamente productiva y generadora de riqueza para el pueblo mexicano, den por hecho que ni en los próximos 900 años lo logrará. Obesa, improductiva, carente de buena administración y dominada por planes ideológicos en vez de ingenieriles, Pemex está agónica y las políticas obsoletas de la 4T no la salvarán. Más de lo mismo no es la solución para enfrentar los vientos en contra que amenazan a nuestro México.