“Procurar no pelearnos con ningún gobierno extranjero y mantener relaciones de amistad y respeto”. 

Andrés Manuel López Obrador, 12.01.2022

No hay duda de que el gobierno de Ecuador violó la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas al mandar a agentes armados a ingresar violentamente en la embajada mexicana en Quito para detener al exvicepresidente Jorge Glas. El artículo 22 de esta convención establece que “los locales de las misiones son inviolables. Los agentes del Estado receptor no podrán penetrar en ellos sin conocimiento del jefe de la misión”. Ecuador violó el derecho internacional.

México pudo haber violado también la Convención sobre Asilo Diplomático de la Organización de Estados Americanos, aunque el tema es bastante más complicado. El artículo III señala: “No es lícito conceder asilo a personas que al tiempo de solicitarlo se encuentren inculpadas o procesadas en forma ante tribunales ordinarios competentes y por delitos comunes, o estén condenadas por tales delitos y por dichos tribunales, sin haber cumplido las penas respectivas. salvo que los hechos que motivan la solicitud de asilo, cualquiera que sea el caso, revistan claramente carácter político”.

El gobierno de Ecuador sostiene que Glas, a quien México concedió asilo, ha sido inculpado, procesado y condenado por corrupción, entre otras cosas por recibir sobornos de Odebrecht, por tribunales ordinarios y delitos comunes. “Ningún delincuente puede ser considerado un perseguido político”, afirmó la Presidencia del Ecuador el 5 de abril. “Jorge Glas ha sido condenado con sentencia ejecutoriada y contaba con disposición de captura emitida por las autoridades competentes“. Quizá, pero México consideró que el caso revestía “carácter político” y el artículo IV de la Convención de Caracas establece que “corresponde al Estado asilante la calificación de la naturaleza del delito o de los motivos de la persecución”. Sí, le tocaba a México decidir si Glas era o no un perseguido político, y en cualquier caso Ecuador no tenía el derecho de usar la fuerza pública para ingresar a la embajada mexicana.

Se ha dicho que la irrupción del 5 de abril fue la primera vez que un gobierno violó la Convención de Viena e ingresó por la fuerza en una embajada, pero es falso. Lo hizo el gobierno cubano de Fidel Castro el 21 de febrero de 1981, precisamente en la embajada de Ecuador -sí, curiosamente, de Ecuador- en la Habana. Castro, quien acudió al lugar para dar personalmente instrucciones, ordenó el ingreso por la fuerza de tropas especiales al recinto para capturar a los solicitantes de asilo. Declaró que lo hizo con autorización del gobierno de Ecuador, pero fue desmentido públicamente por el presidente ecuatoriano, Jaime Roldós.

López Obrador prometió desde un principio, en los 100 puntos de su discurso del Zócalo del 1 de diciembre de 2018, sustentar la política exterior “en la cautela diplomática y en los principios de autodeterminación de los pueblos, no intervención“, pero ha sido abiertamente injerencista. No solo apoyó a Donald Trump en la campaña de 2020 en Estados Unidos, sino que se negó a felicitar como ganador hasta el último momento posible a Joe Biden. Apoyó al boliviano Evo Morales y al presidente golpista peruano Pedro Castillo, rechazó la legitimidad del gobierno de Dina Boluarte en Perú y se opuso a Javier Milei en Argentina. En el caso de Ecuador, cuestionó la legitimidad de la elección de Daniel Noboa, a quien acusó falsamente de beneficiarse del asesinato del candidato Fernando Villavicencio.

Sí, el gobierno de Ecuador ha violado la Convención de Viena, pero López Obrador ha abandonado los principios de la política exterior no intervencionista nacional para comprarse pleitos con varios gobiernos del mundo.

Y el ganador

Ayer se llevó a cabo el primer debate presidencial. Los tres participantes se declararán ganadores, pero el verdadero resultado solo se podrá medir en los próximos días, cuando sepamos si el debate ha cambiado los resultados de unas encuestas que hasta ahora se han mantenido muy estables. 

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